5 museos más raros del mundo

5 Museos más raros del mundo

Desde Momias, Monstruos, Criminales, Espionaje y hasta Ramen. Hay de todos los gustos cuando hablamos de Museos, y no hay duda que la lista es muy larga, es por eso que aquí nosotros te dejamos los que a nuestra consideración son de los más raros, a continuación los 5 museos más raros del mundo.

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Museo de Ramen Instantáneo en Osaka, Japón

Aunque nació en China, el ramen se considera como uno de los platos más populares en Japón. Entre los 80 y los 90 se difundió a un punto tal que se lo considera japonés en todo el mundo y se consigue por doquier, para comer en casa, en la calle o en los locales de comidas rápidas. También es un aperitivo común en los aviones que viajan a Oriente. En 1958, esta sopa de fideos tuvo su primera versión instantánea, el chicken ramen, fabricada por Momofuku Ando para productos Nissin: ahora, esta delicia tiene un museo expresamente dedicado en Osaka: el Museo del Ramen Instantáneo, un impresionante establecimiento que haría empalidecer a otras instituciones más famosas dedicadas a la cultura y el arte. Se trata de un «museo de la comida interactivo, donde los visitantes pueden aprender sobre la importancia de los inventos y el descubrimiento», según dice en su web. Este museo incluye un cine con forma de copa de ramen, una fábrica para preparar su propia sopa de fideos y llevársela a la casa; una sala de degustación y un túnel de chicken ramen con envases y objetos relacionados de todo el mundo. ¿Nada mal verdad?

4. Museo de Alien

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Museo de Alien (Museo HR Giger) en Suiza.

Este museo aloja la colección de H. R Giger, creador de una de las criaturas más famosas y espeluznantes del cine de ficción: Alien, que le valió al artista suizo, nada más y nada menos que un premio de la Academia. El museo que lleva su nombre se halla en la pequeña ciudad de Gruyeres (Suiza), cuyo ambiente medieval, lejos de desentonar con el museo, crea una extraña, y a la vez perfecta, conjunción.
El museo contiene todos los trabajos del artista: dibujos, esculturas, muebles, y por supuesto, los diseños que le dieron fama mundial. Dibujos o esculturas de personajes o animales irreales, en las que juega con el mundo onírico y surrealista (sin dejar de lado lo macabro). No por casualidad en la planta superior del museo tiene una colección personal con obras de Dalí, Günter Brus o Sibylle Ruppert.

El museo cuenta también con una galería dedicada a otros artistas, pero lo que el visitante no puede perderse es el impresionante bar: el techo abovedado está formado por una suerte de «columnas vertebrales» que se entrecruzan y que combinan con la misma estructura que presentan las sillas del bar, cuyo respaldo también toma la forma de la unión de vértebras, recordando, a su vez, al cuerpo de la maravillosa y temida criatura de Giger.

3. El Museo de las Relaciones Rotas

5 museos más raros del mundo
El Museo de las Relaciones Rotas en Zagreb, Croacia.

¿En qué otro lugar se podría comprar, en el negocio de recuerdos, una playera con la imagen de un vidrio quebrado, u otra que afirma I Love Break Ups? El Museo de las Relaciones Rotas comenzó como una exhibición itinerante en torno del concepto de la ruptura y el fracaso amoroso, y ahora propone superar la crisis emocional que genera el fin de una pareja mediante un acto creativo: una contribución con la colección del establecimiento, mediante un objeto representativo con una breve descripción de su historia. «Nuestra sociedad -afirma el museo en su web- nos obliga a matrimonios, funerales y hasta ceremonias de graduación, pero nos niega un reconocimiento formal del fin de una relación, a pesar de su fuerte efecto emocional». Aunque sigue organizando muestras itinerantes, ahora el museo tiene sede en el Palacio Kulmer, un edificio barroco de la parte alta (e histórica) de Zagreb. Allí, además de las playeras, es posible llevarse como souvenir tazas (enteras), bolsos, postales… y un borrador de goma para «borrar malos recuerdos».

2. Museo del Mal Arte

Los 5 muses más raro del mundo
Museo del mal arte, ubicado en Boston, Massachusetts.

Este museo es un canto al subjetivismo y probablemente más de uno quiera incluir en él alguna obra de arte consagrada: se trata del museo del mal arte, ubicado en Boston, Massachusetts, (en tres espacios diferentes). Se dedica a la colección, preservación, exhibición y celebración del mal arte en todas sus formas y su misión no es otra que llevar el peor arte a la gran audiencia. Abrió sus puertas en 1994 y contra toda expectativa fue un éxito perdurable, que hoy funciona en el subsuelo de un cine de 1927: abre todos los días en los horarios habituales en que hay películas (desde la tarde o el mediodía), con entrada libre. Aquí se exhiben toda clase de intentos fallidos de aspirantes a Van Gogh, como para cumplir el lema del museo: «Arte demasiado feo como para ser ignorado». Y, por lo visto, hay tanto que la institución tiene una segunda sede, en el Somerville Theater de Somerville, también en Massachusetts.

Dato útil: admiten donaciones, por lo que si guarda algún cuadro del que no esté especialmente orgulloso, esta es su oportunidad.

1. Museo de los Vampiros

museo de los vampiros en paris
Museo de los Vampiros, Paris.

Podría estar en Rumania, pero no: es en la Ciudad Luz donde se encuentra el Museo de los Vampiros, justamente los personajes que prefieren la oscuridad. Sobre la callecita de Les Lilas, a las puertas de la capital francesa, el sitio recrea con precisión la atmósfera legendaria que rodea a estos raros semihumanos cuya leyenda no ha dejado de crecer gracias al cine. El fundador del museo, Jacques Sirgent, es un experto en literatura gótica anglosajona, amante de las leyendas y profesor de inglés. Abonado fijo de las guías de lugares bizarros en París, su museo apunta a favorecer reflexión y conocimiento, enriqueciendo a la vez el imaginario de los visitantes a lo largo de sus cinco salas, que incluyen (vampiros aparte) una réplica de los escenarios donde actuó Jack el Destripador. Él mismo se encarga de dar charlas, entre incontables objetos de todo tipo -como un kit antivampiros del siglo XIX- que son las reliquias de sus viajes, sus incursiones en los mercados de pulgas y sus visitas a cementerios como el Père Lachaise.

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