El legado de Colin Kaepernick

La importancia de la pretemporada de la NFL suele ser subestimada por los aficionados de la liga. Si bien este tiempo es crucial para determinar los equipos titulares, reducir el tamaño del roster a los 53 mejores jugadores, observar la adaptación de los novatos al nivel de juego profesional y poner en práctica el juego que los entrenadores desean imponer, generalmente comienza y termina sin ser un mayor centro de atención, pues las estrellas de los equipos se encuentran ausentes en gran parte de los partidos y no suelen haber noticias importantes, a no ser por lesiones y contrataciones de último momento.

Sin embargo, una gran excepción fue la pretemporada del 2016, pues en dicho año lo anterior no sucedió. Este periodo dio lugar al nacimiento de una de las narrativas más polémicas en la NFL, la cual sigue vigente hasta hoy en día. Hace dos años, un gesto simbólico envió a la liga a una batalla de relaciones públicas entre jugadores y dueños, la cual incluyó intervenciones de Donald Trump, el comisionado Roger Goodell, Spike Lee, LeBron James, Stephen Curry y numerosas otras celebridades que decidieron tomar partido en el asunto.

Colin Kaepernick

La historia de cómo sucedió esto ya es conocida por la gran mayoría de los seguidores de la liga. Durante la ceremonia del himno nacional de EUA, previo al tercer partido de pretemporada de la campaña 2016-2017, Colin Kaepernick fue captado sentado en una banca, contrario a la costumbre patriótica de mantenerse de pie a lo largo del acto cívico. Durante los siguientes juegos, decidió hincarse sobre el terreno de juego, y el sentimiento de su protesta fue claro inicialmente: las muertes de jóvenes afroamericanos de manos de la policía, en adición a la percepción de racismo institucionalizado que rige el sistema judicial del país, fueron el combustible que le dio vida a la protesta del mariscal de campo de San Francisco, obteniendo paulatinamente simpatizantes en diversos equipos conforme al transcurso de las jornadas. De esta forma, se dio inicio a un fenómeno socio-cultural que la NFL se ha visto incapaz de dejar atrás.

Para un analista objetivo de su situación, es evidente que Colin Kaepernick debería de estar bajo contrato por un equipo profesional de futbol americano. En su currículum se encuentra, entre otros datos dignos de reconocimiento, una aparición en el Super Bowl, el segundo mejor porcentaje de pases interceptados de todos los tiempos (detrás únicamente de Aaron Rodgers) y el decimosexto mejor rating de quarterback en la lista histórica de la liga, superando en este rubro estadístico a nombres como Dan Marino, Cam Newton y Brett Favre. Consecuentemente, cualquier razonamiento para contratar sobre Kaepernick a Austin Davis, Brock Osweiler, EJ Manuel o cualquier otro mariscal de la larga lista de jugadores con desempeños mediocres a lo largo de su carrera involucra un tema fuera de lo deportivo. Las bases para concluir lo anterior se encuentran en desarrollo gracias a la acusación de colusión de parte de Kaepernick contra la Liga, investigación que ya determinó que diversas franquicias lo consideraban como material de titular, aunado al hecho de que los Seattle Seahawks cancelaron su entrevista con el jugador como resultado de que este se haya negado a asegurar que no protestaría durante el himno nacional en caso de ser contratado.

Ahora, ¿a qué viene todo esto? En teoría, no debería haber necesidad de seguir discutiendo acerca de las credenciales de Kaepernick. ¿Cuál es la necesidad de seguir sometiendo a escrutinio cada decisión de agencia libre relacionada al QB, sabiendo de forma segura que Colin debería de tener un equipo pero no es así por su forzado exilio a manos de la liga? El objetivo de esto va más allá de lo deportivo. La NFL es una liga plagada de problemas, los cuales cruzan un rango desde un manejo cuestionable de la publicidad para concientizar acerca del cáncer de mama, hasta una lista de jugadores arrestados por casos de abuso doméstico, intoxicación pública, conducir en estado de ebriedad, consumo y/o manejo de drogas, asalto sexual, etc. Sin embargo, jugadores como Jameis Winston, quien ha sido acusado de abuso sexual por dos mujeres diferentes y en la ocasión más reciente terminó con una suspensión de tres juegos, continúan siendo empleados por la Liga, por lo que se plantea irónica y trágicamente un dilema moral entre si es mejor cometer abuso físico y psicológico o hincarse durante la ceremonia del himno nacional para plantear pacíficamente la postura de uno en relación a la situación racial del país. En verdad, resulta difícil argumentar en favor del primer lado.

He ahí la finalidad de seguir discutiendo acerca de Kaepernick. El pasado 23 de mayo del 2018, cerca de dos años después de la primera protesta del QB y un año después de su último partido profesional, la NFL creó una regla para obligar a los jugadores que se encuentren en el campo de juego a permanecer de pie durante el himno, enfrentando en caso de rehusarse multas hacia la franquicia que representan. Incluso si esta reforma está acompañada de la posibilidad de permanecer en el vestuario durante la ceremonia, es evidente que la NFL continúa haciendo todo en su poder para diluir el efecto que Kaepernick provocó sobre ella en un plano cultural. Sea cual sea la razón, la presión política de Donald Trump, la presencia de una base de aficionados con posturas anti-protestas, la caída de los ratings, o cualquier otra, solamente una conclusión es verdadera: Colin Kaepernick sigue produciendo olas que modifican la forma de presentarse de la Liga y la manera en la que los aficionados la perciben.

Dos años después de su primera protesta, mientras la NFL se encuentra luchando por rescatar su percepción pública, manejando temas como las lesiones cerebrales que provoca el deporte a sus jugadores, la controversial nueva regla de rudeza innecesaria por bajar el casco para golpear y la presión política de quienes abogan por la libertad de expresión de los jugadores contra los que demandan respeto a la bandera, Colin Kaepernick se ha distanciado exitosamente a sí mismo del deporte. En lugar de ser referido simplemente como el antiguo QB de los 49ers, Kaepernick ahora es conocido como uno de los activistas más influyentes del presente. Tanto así, que el 21 de abril recibió el premio “Embajador de Conciencia” de parte de Amnistía Internacional, uno de los reconocimientos al activismo más importantes del mundo. Kaepernick fue nombrado con este honor debido a su lucha en contra de las injusticias raciales, tanto de forma mediática como lo fue su gesto en la NFL, como con donaciones económicas, campamentos de educación acerca de derechos civiles y participando en actividades académicas de concientización de opresión.

Catapultado por el respetable currículum que Kaepernick se ha construido como activista, usando su plataforma y sus recursos económicos con un fin social, el hecho de que siga siendo latente dentro de la liga destaca como uno de los éxitos más importantes de su causa. Independientemente de que haya pasado ya un año de su expulsión como jugador (que en este punto parece definitiva), los altos mandos de la NFL siguen tratando de disminuir su presencia. No obstante, tanto él como el resto de los jugadores que sufren hoy de este silencio forzado seguramente tienen todavía algo que decir, noción capturada a la perfección por el mismo Kaepernick, quien en su discurso de aceptación del premio de Embajador de Conciencia célebremente declaró El amor está en la raíz de nuestra resistencia”. (Amnesty International, 2018)

Con su insistencia en usar su plataforma para el bien común de la sociedad, Kaepernick está dando lugar a un movimiento que ofrece la oportunidad de soñar con una Liga menos autoritaria y más humanista, con un deporte centrado menos en la polaridad de opiniones y más en la belleza de los elementos que lo componen.

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