Miguel Herrera

Miguel Herrera sufrió su primer descalabro como director técnico del equipo de Tigres el domingo pasado, tras caer ante los Diablos Rojos de Toluca.

Me metí a redes sociales y me encontré con lo de siempre: entrenadores de sofá que, desde la comodidad de su hogar, juran haber encontrado el hilo negro y exponen propuestas tácticas al por mayor. 

Como si los jugadores fueran piezas de un rompecabezas que solo ellos saben armar.

Sin embargo, entre todos ellos, me encontré también con otro tipo de aficionado.

Hablo de ese sujeto que dice irle a tal equipo, pero que lo único que en verdad le interesa es tener la razón.

Si dice, por ejemplo, que tal jugador es malo, su éxito radica en que ese jugador cometa un error descomunal, para así él alzarse el cuello y dársela de conocedor.

¿Y qué pasa cuando ese jugador forma parte del club del cual él, supuestamente, es hincha? 

Se escuda, claro, en el: ojalá y me equivoque, pero…, cuando en realidad no quiere equivocarse y prefiere que su equipo pierda con tal de conservar su puesto de falso sabio, en lugar de celebrar una victoria de los suyos y tener que admitirse un ignorante más frente a sus amigos, conocidos; enemigos y desconocidos.

El caso puntual no es un jugador, no obstante, sino un entrenador de nombre Miguel y de apellido Herrera.

Es verdad que el ‘Piojo’ recién llegó al conjunto felino, y que, por consecuencia, debería contar con cierto margen de error.

Sin embargo, hay quienes aún no superan la salida de ‘Tuca’ Ferretti. Siguen creyendo que fue un grave error haberlo dejado ir, y, por lo tanto, revisan con lupa el trabajo de Miguel.

Y el problema no es precisamente ese. 

Hasta cierto punto es normal que la gente tenga sus dudas y que lo analicen todo con lupa.

El detalles aquí es que los detractores de Herrera son tan o más voraces que los detractores que alguna vez tuvo Ferretti, y no solo supervisan el trabajo de Miguel, sino que esperan ansiosos el menor de los tropiezos para soltar su anhelado: ¿ya ven? ¡Se los dije!

¿Por qué el aficionado estará tan obsesionado con tener la razón?

Porque es el único medio que tienen para sentirse parte del juego, supongo. 

A veces la vanidad puede más que la pasión.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

También te puede interesar:

Texto: Jaime Garza 
Follow: JaimeGarzaEditorial

LA PLUMA DE JAIME GARZA


Comentarios

comentarios