Pabón

En el fútbol uno debe de tener siempre buena memoria. La voracidad de encontrar un resultado no debe aniquilar el recuerdo o la gratitud en favor de quienes alguna vez nos hicieron felices. 

Sin embargo, cuando el ayer se vuelve tu única herramienta para seguir alineando, algo malo está pasando. 

El caso de Dorlan Pabón sirve como ejemplo para lo que acabo de mencionar.

Alguna vez el hombre voló por la alfombra verde; hoy parece ni siquiera intentarlo. Asistía de manera exquisita; hoy sus centros parecen ser mandados a cualquier parte… rara vez llegan de buena manera a alguno de sus compañeros. 

Tiraba mucho y anotaba otro tanto. Hoy intenta tirar, pero no le sale. Y su promedio de gol también se ha visto afectado.

De competencia directa tiene a un tal Maximiliano Meza que claramente ha quedado a deber con el equipo, tomando en cuenta costo y expectativa. 

Es verdad que el colombiano te ha dado más que el argentino. Que el pasado de Dorlan Pabón, de alguna manera, es parte del presente, y que sencillamente no puedes borrarlo. 

Porque por un lado está la gratitud; el sentirte que le estás fallando a un elemento que te dio sus mejores años. Y por otro está el hecho de que el talento no se pierde. De que en cualquier momento Dorlan puede emprender carrera y centrar como antes. O llevar la pelota pegada al botín (muy de él en sus mejores momentos) y soltar un disparo que acabe colgado en el ángulo de la portería rival.

No obstante, lo anteriormente mencionado forma parte de una ilusión. O de una posibilidad basada en nada. Porque la actualidad de Dorlan no te da para pensar que puedan suceder esa clase de cosas. 

Lo más normal del mundo es que siga trotando por el rectángulo verde y que sus centros sigan siendo insulsos. Que sus tiros salgan chorreados y que en el banquillo hasta un canterano sin demasiada experiencia entusiasme más a los aficionados.

Las estadísticas lo sitúan al colombiano como a un histórico en el club. De eso no hay duda. Pero los número no juegan, Dorlan Pabón. Quien juega eres tú… y últimamente lo haces bastante mal, dicho sea de paso.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

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Texto: Jaime Garza 
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