Es un domingo como cualquier otro. Estás con tu novia pasando la tarde en tu departamento. Comen pizza y ven una película. En eso ella pone pausa, te mira a los ojos y te dice con total seriedad: quiero tener Only Fans.

¿Qué harías?

Partiendo de la premisa de que no somos dueños de nuestras parejas y que estas son libres de hacer lo que quieran, supongo que la respuesta con tintes progre sería: ¡adelante!

Pero…

¿Qué pasa si de pronto la respuesta es otra?

¿Sería malo no estar tranquilo o tranquila con que tu pareja suba contenido íntimo y lo comparta con desconocidos?

Porque no estamos hablando de subir una foto en traje de baño a redes sociales.

Estamos hablando de vender fotografías y/o vídeos con fines sexuales, básicamente.

Se podrá escuchar muy crudo lo que voy a decir, pero de cierta manera Only Fans es una especie de prostitución digital.

Y ojo, que no estoy diciendo que eso esté necesariamente mal.

Insisto: cada quien hace lo que quiere con su cuerpo, y mientras no le haga daño a un tercero, todo perfecto.

El tema es que dentro de una relación existen ciertos límites, ciertas barreras. Ciertos acuerdos no escritos pero que históricamente se entablan para que las relaciones funcionen de la mejor manera.

En estos tiempos en los que abogamos por la libertad (lucha que me parece bastante necesaria y justa), creo que estamos cayendo en el otro extremo.

Porque no está mal si de pronto, ante el escenario que pongo en este artículo, hay alguno que dice: va, no tengo problema con que mi pareja abra Only Fans.

Pero tampoco está mal si alguno dice: no me gusta.

Dicha postura no lo sitúa como alguien machista o posesivo.

¿Conservador?

Tal vez. Pero ser conservador tampoco es un delito.

Y ojo, que si la otra persona, ante la negativa de su pareja decide terminarla y luego se abre igual un Only fans, estará en todo su derecho y nadie podrá juzgarla.

Porque como dije en un principio: cada quien es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo y con su vida… siempre y cuando no haga daño a un tercero.

Al mismo tiempo, cada quien es libre de determinar sus límites dentro de una relación.

No todo tiene que ser ‘a la antigüita’, estoy de acuerdo.

Pero tampoco es obligatorio seguir al 100% la agenda progre.

Se vale pensar diferente, ¿no creen?

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

También te puede interesar:
• Dejemos de aparentar que todo está bien

Texto: Jaime Garza
Follow @JaimeGarzaAutor

LA PLUMA DE JAIME GARZA

Comentarios

comentarios