Hot Milk es un drama escrito y dirigido por Rebecca Lenkiewicz, basado en la novela homónima de Deborah Levy. La cinta, que llegó ya a la cartelera local, fue seleccionada para competir en el 75° Festival Internacional de Cine de Berlín, y promete remover emociones con su pausado pero intenso relato.
La historia sigue a una madre incapacitada para caminar (Fiona Shaw) y a su hija (Emma Mackey), su cuidadora, quienes viajan juntas a las costas de España en busca de una cura para la misteriosa enfermedad que aqueja a la madre. Sin embargo, lo que comienza como un viaje de esperanza se transforma en un tenso descubrimiento de mentiras, secretos y traiciones que sacudirán los cimientos de su relación.
La película se caracteriza por un ritmo lento que, lejos de aburrir, permite explorar a fondo la complejidad emocional de sus protagonistas. Cada mirada, cada silencio y cada diálogo se cargan de significados que invitan a reflexionar sobre las dinámicas de poder dentro de la familia y el control que las madres pueden ejercer sobre los hijos.
Hot Milk logra combinar la calma de sus escenarios con una tensión creciente que mantiene al espectador expectante. Su fotografía, llena de luz mediterránea, contrasta con la oscuridad emocional que se cierne sobre los personajes, subrayando la ambigüedad entre lo que se muestra y lo que se oculta.
Recomendada especialmente para quienes buscan un cine que invite a la introspección, Hot Milk es un recordatorio de que, a veces, la calma aparente esconde tormentas emocionales difíciles de apaciguar. Es una obra para dejarse llevar por la lentitud y salir con más preguntas que respuestas sobre la libertad y los lazos familiares.