Alas Blancas (2024), dirigida por Marc Forster, llega como una nueva entrega dentro del «wonderverso», el universo cinematográfico basado en los libros de R.J. Palacio. Esta película, que continúa la historia de Extraordinario (Wonder), se centra en Julián Albans, en el bully que conocemos en la primera película, pero esta vez en una historia de redención y compasión que tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial en la Francia ocupada por los nazis.
La cinta se aleja del enfoque escolar de Wonder para sumergirnos en un drama de época, donde la amabilidad se presenta como un acto heroico capaz de salvar vidas. La historia de Julián se entrelaza con la de su abuela (interpretada por Helen Mirren), quien le cuenta su experiencia como niña durante la ocupación nazi, cuando un compañero de escuela arriesgó su vida para esconderla y salvarla de los peligros de la guerra.
A pesar de que la historia se desarrolla en un contexto histórico oscuro, las lecciones sobre la amistad, el sacrificio y el coraje siguen siendo atemporales. El viaje de Julián, el niño que antes era el bully y que ahora comienza a comprender la verdadera fuerza de la compasión, ofrece una reflexión sobre la capacidad de las personas para cambiar. La película suele captarse cómo aleccionadora.
Sin embargo, la película también tiene sus fallos. Aunque el mensaje central sobre la bondad es noble, el tratamiento del melodrama se siente algo forzado, especialmente en los momentos más sentimentales, donde los diálogos parecen más una moraleja predecible que una expresión genuina de emociones. Las intervenciones de la Sara adulta, que narra la historia en retrospectiva, muchas veces interrumpen el flujo de la trama, haciendo que las lecciones que nos quiere impartir la película se sientan repetitivas, como si nos estuvieran diciendo lo mismo una y otra vez.
El aspecto visual, aunque cuidado, no logra desmarcarse de la estética melosa que caracteriza a este tipo de películas. Las imágenes de la Francia ocupada están llenas de tonos cálidos y escenas idealizadas que contrastan con la dureza de la época, lo que crea una desconexión entre el drama histórico y la forma en que se presenta.
En cuanto al elenco, Helen Mirren y Gillian Anderson brillan como siempre, aunque su papel de Hellen como la abuela no es tan profundo como podría haber sido. Los jóvenes actores, especialmente Ariella Glaser y Orlando Schwerdt, logran transmitir la inocencia y el coraje de sus personajes, pero el guion a veces no les da suficiente espacio para desarrollar todo su potencial.
En resumen, Alas Blancas es una película conmovedora y con buenas intenciones, pero su enfoque melodramático y repetitivo puede restarle fuerza a la historia. Para los fans de Wonder y las historias de superación, esta secuela/precuela ofrece una visión interesante sobre el poder de la bondad, pero no logra evitar caer en los clichés del género. Si bien tiene momentos emotivos, su mensaje, aunque valioso, a veces se siente más como una lección que como una verdadera experiencia cinematográfica.
La película, que cuenta con el sello de Garantía Cinépolis, llega a las salas de cine a partir del 5 de diciembre.