El nuevo boleto para el Super Bowl es la ofensiva
Uno de los dichos más populares del fútbol americano, “las ofensivas llenan estadios y las defensivas ganan campeonatos”, ha probado ser verdad numerosas veces, pero en el 2018, parece que el mejor camino al Super Bowl ya no es necesariamente deteniendo al contrario, sino teniendo un ataque imparable. La ofensiva de los Patriotas del 2007 es probablemente el mejor ataque que la NFL ha visto en toda su historia, potenciado por la conexión infalible de Tom Brady y Wes Welker, la dominancia física de Randy Moss y el impecable sistema Erhardt-Perkins que Bill Belichick implementó. Nueva Inglaterra ganó 18 partidos seguidos, anotó 14 touchdowns más que el siguiente mejor equipo, avanzó la mayor cantidad de yardas de la liga y tuvo la menor cantidad de entregas de balón.Los Patriotas perdieron el Super Bowl contra los Gigantes, anotando 22 puntos menos que su promedio del año.De manera similar, los Broncos de Denver en el 2013 desplegaron una ofensiva presuntamente imparable, con Peyton Manning teniendo uno de los mejores años de su carrera. Denver acumuló cerca de 1,000 yardas más que los Patriotas del 2007 y anotó la mayor cantidad de puntos en una temporada de la historia, pero fueron aplastados en el Super Bowl por los Seahawks, con el ahora difunto “Legion of Boom” limitando a esta histórica ofensiva a únicamente 8 puntos.Estos son solamente unos de los ejemplos más recientes en los que la defensiva ha demostrado ser el pilar para conseguir el campeonato, sobrepasando la importancia de la ofensiva. Como evidencia adicional, de los últimos ocho campeones, cuatro terminaron la temporada con una de las mejores 5 defensivas en DVOA de Football Outsiders, y dos más se encontraban entre la mejor mitad de la liga, reforzando la creencia de que para contender es requisito tener una defensiva de alto nivel. Sin embargo, el 2018 parece ser el año en el que este axioma del futbol americano se ve refutado. Gracias a una revolución esquemática que ha visto el auge de la ofensiva spread, la llegada de las opciones pase-corrida y generaciones seguidas de mariscales de campo con gran talento, la NFL está experimentando un dominio ofensivo sin paralelo. Para poner en perspectiva lo sorprendente que ha sido el 2018, hasta la semana 10 se están imponiendo nuevos máximos en todas las siguientes métricas, medidas por partido: pases completos, yardas aéreas, anotaciones por pase, yardas por pase, yardas totales, QB rating, puntos totales y número de jugadas ofensivas. Esta temporada está siendo, en términos simples, la mejor demostración ofensiva jamás vista, teniendo también un aumento en eficiencia, pues a pesar del incremento en intentos de pase el porcentaje de intercepciones está en su punto más bajo de la historia. Simple y sencillamente, las defensivas de la NFL nunca han tenido que enfrentarse semana tras semana a un reto tan demandante. Naturalmente, como resultado se obtiene que los contendientes para llegar al Super Bowl estén al frente de este fenómeno. En nuestra lista de favoritos para llevarse el campeonato, los seis equipos mencionados están entre las diez ofensivas que más puntos han anotado, destacando los Chiefs, Rams, Saints, Patriots y Bears, quienes son las primeras cinco en ese mismo orden. Mientras tanto, de ese grupo solamente Chicago tiene una de las mejores diez defensivas de la liga, demostrando claramente cómo el enfoque en el 2018 ha estado en desarrollar la ofensiva más eficiente posible, buscando ganar no al limitar la cantidad de puntos que anota el contrario, sino simplemente apostando a superar ese número con su propio ataque.De manera más destacable, los equipos no están probando solamente que no se necesita una defensiva de alto nivel para ganar, pues lo están logrando hasta con conjuntos rotundamente malos. El mejor ejemplo de esto son los Chiefs, franquicia que lidera la liga en puntos anotados, ya que su defensiva número 27 en DVOA, yardas por jugada y última en primeras oportunidades permitidas no ha impedido el éxito de la aplanadora conducida por Patrick Mahomes y orquestada por Andy Reid. Sin importar que su defensiva no alcance ni siquiera el calificativo de mediocre, Kansas tiene el camino libre para quedarse con el primer lugar de la AFC, forzando que una posible revancha contra los Patriots por el campeonato de la conferencia pase por el estadio Arrowhead. En el lado contrario del espectro, demostrando que una defensiva sólida ya no es suficiente para ganar partidos, están los Bills. La defensiva del entrenador Sean McDermott es una de las unidades más confiables de la NFL, estando —aunque parezca chiste— en segundo lugar de DVOA de Football Outsiders y en cuarto lugar en puntos permitidos. El pecado capital del equipo es que su ofensiva es un desastre, provocando que se encuentre pronosticado para tener la cuarta selección en el draft del próximo año. Independientemente de que su defensiva sea élite, la franquicia no tiene salvación por su deficiente ofensiva, tanto así que la afición de Buffalo comenzó una recolección de fondos para financiar el retiro temprano de su mariscal de campo, Nathan Peterman.
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El 2018 ha sido un año histórico en muchos sentidos, pero el mayor legado que puede dejar es ser la temporada que rompió con el paradigma de que para quedar campeón se debe tener, en el mejor de los casos, una defensiva élite, y como mínimo, una defensiva competente. Si esta corriente ofensiva trasciende y se mantiene en los próximos años, la NFL podría sufrir cambios que alteren la liga en todos sus sentidos, desde las estrategias para la estructuración de contratos hasta las prioridades en el draft y la agencia libre. Sin embargo, para que se produzca dicho cambio se debe cumplir primero la profecía que se ha ido anunciando a lo largo de toda la campaña: el campeón se coronará gracias a su potencial ofensivo, sin importar la calidad de la defensiva de su contrario, y de forma más importante, sin importar la falta de calidad de su propia defensiva.
Texto: Diego Martínez
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