Crítica: X-Men: Dark Phoenix

Crítica: X-Men: Dark Phoenix

La última entrega de la saga de los X-Men bajo la producción de Fox resulta decepcionante. Todo lo bueno que le hizo a la franquicia el final de Wolverine en Logan, Dark Phoenix lo tira a la basura. Se trata de una cinta sumergida entre la adquisición de Fox por parte de Disney, que tuvo problemas en las grabaciones y en la post-producción, y que además, sumado a esto, la mente maestra de las primeras películas de los X-Men, Bryan Singer, se encuentra totalmente ausente, y sumergido en sus propios problemas.

En Dark Phoenix, los X-Men se enfrentan a su enemigo más formidable y poderoso: uno de los suyos, Jean Grey, pero también a una invasión alienígena, la cual no se nos explica de donde proviene, ni su nombre (presumimos que son los Shi’ar) y cuáles son sus motivos para amenazar con destruir a la raza humana.

Simon Kinberg, quien ha estado como productor en las pasadas películas de X-Men, así como Logan y Deadpool, debuta como director en Dark Phoenix, pero eso no es lo malo, lo malo es lo pésimo de su guión, el cual tiene poco que ver con lo que pasa en los comics.

La historia carece de humor, sentido común e ingenio. Los discursos de Charles Xavier están tan trillados que hasta Magneto lo señala en la película, uno de los pocos intercambios de dialogo entre los dos mutantes más importantes del universo de los X-Men. Además, después de tantas películas sobre los X-Men, los mutantes siguen quejándose de lo difícil que es la vida para ellos. Es repetitivo, lo entendemos, pero ya aburre ver a los X-Men tristes y siendo perseguidos.

Pero la película entretiene gracias al carismático y galardonado elenco lleno de estrellas, pero comparada con la conclusión de la otra historia de Marvel hace algunas semanas (Avengers: Endgame), Dark Phoenix parece un producto muy inferior. Es como si se forzará cerrar el ciclo y recabar unos dólares más antes de entregar todo a Disney. La historia, simplemente deja una estela de indiferencia en el final de la franquicia, algo que no debiera suceder en el emocionante universo de los X-Men.

En una película con un tema tan dramático y que se pudiera explorar mejor, ¿cómo tratar a un familiar disfuncional y peligroso?, Dark Phoenix trata de cerrar un ciclo, pero deja muchos frentes abiertos como la nula relación de Quicksilver con su padre, Magneto, el dolor de Ciclope al ver que su amor de toda la vida, Jean Grey se esfuma de la faz de la tierra, etc.

Lo bueno. Los efectos especiales, que hacen que la trama sea llevadera y entretenida a medias, pero sobre todo, la música del maestro Hans Zimmer.

X-Men: Dark Phoenix, en cines a partir del 7 de junio.

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