Francisco Guerrero Pérez, alias ‘el chalequero’, fue considerado el primer asesino en serie en la historia de México, aunque ahora algunos expertos en la materia aseguran que antes hubo otros, pero que el desconocimiento de dicho patrón hizo que pasaran desapercibidos.
Francisco Guerrero nació en algún lugar del Bajío en 1840, en una familia de escasos recursos.
Su infancia estuvo marcada, no solo por la miseria económica, sino también por los múltiples maltratos y abusos propinados por parte de su madre y la eterna ausencia de su padre.
Esto forjó en él un carácter bastante peculiar.
Vanidoso y egoísta; cosificaba todo lo que hubiese a sus alrededores… incluyendo a las mujeres.
Entre 1880 y 1888, asesinó a más de veinte chicas… casi todas ellas prostitutas, a excepción de la última: una mujer mayor que, dicho sea de paso, se rumoraba que también se dedicaba o dedicó algún tiempo al oficio más antiguo del mundo.
Sus crímenes estaban llenos de odio y misoginia. Las violaba y las mataba con suma crueldad; después las lanzaba al río y no solo no cuidaba que no lo descubrieran, sino que presumía sus atrocidades así, sin más. Sin culpa ni vergüenza, como si estuviera haciéndole un bien a la sociedad o ajustara alguna cuenta pendiente, porque tal vez así lo veía él.
Se dice que ‘el Chalequero’ asesinaba a prostitutas en una suerte de venganza contra la falta al pudor, pues pensaba que las mujeres se debían a sus maridos y nada más.
Lo más natural del mundo sería adjudicarle la misoginia a los maltratos perpetuados por su madre, pero quienes estudiaron a conciencia su perfil psicológico, aseguran que el tipo padecía varios problema mentales (como era de esperarse), y que sus víctimas, más que atender a una venganza, tenían que ver con el estado de vulnerabilidad en el cual ellas se encontraban.
Nadie reclamaría la muerte de una prostituta, tal vez pensaba.
Y lo mismo aplicó con su última víctima, a quien también asesinó sin ninguna compasión.
En 1888, durante el porfiriato, encontraron los cadáveres de mujeres decapitadas, golpeadas y cortadas lanzadas a su suerte en el río Consulado.
Testigos que anteriormente callaron por miedo, se animaron a alzar la voz.
Una víctima de Francisco Guerrero Pérez que logró sobrevivir a sus ataques, ofreció su testimonio y colaboró para que el asesino fuera puesto tras las rejas.
No obstante, solo le comprobaron dos de los delitos. Y aunque le correspondía la pena de muerte, Porfirio Díaz intervino para que el hombre fuese sentenciado a veinte años encerrado en la prisión de San Juan de Ulúa.
En 1904, sin embargo, ‘el Chalequero’ corrió con suerte, y por error recibió el indulto por parte de la justicia, recuperando su libertad.
El gusto le duró solamente cuatro años, pues en 1908 volvió a caer preso por haber asesinado a la mujer mayor que hemos mencionado con anterioridad, y entonces ya no hubo nadie que lo rescatará de sus pecados.
Francisco fue condenado a pena de muerte, pero falleció antes, en 1910 (año de la Revolución mexicana).
¿La causa?
No se sabe a ciencia cierta.
Están entre tuberculosis, tifoidea o alguna contusión craneoencefálica a razón de un accidente.
El punto es que lo encontraron prácticamente muerto en su celda, y sus días terminaron en el hospital de Juárez.
Se dice que jamás mostró sentirse arrepentido.
¿Ustedes qué opinan?
Hasta aquí la historia de Francisco Guerrero Pérez, alias: ‘el chalequero’. El feminicida al cual Porfirio Díaz le perdonó la vida.
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Texto: Jaime Garza
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