Lo que ha logrado el colectivo feminista en los últimos años, merece el aplauso de todos. No está en debate ni se presta a discusión. Con restas y sumas, el resultado final cada día favorece más a las pretensiones de quienes soñamos con un mundo en el cual hombres y mujeres sean tratados por igual.

Ahora el acosador se lo piensa dos veces; el machista es señalado por la gente. 

La cultura está cambiando, y eso, en gran medida, se lo debemos a esas mujeres que salen a protestar a las calles, sabiendo que su mensaje será castigado y/o ridiculizado por las masas. 

Masas de ignorantes, claro está. Que el fondo prevalece por encima de cualquier burla… de cualquier agravio.

Sin embargo, dentro de ésta lucha hay un vicio que me parece no se está ateniendo como corresponde. Hablo del micromachismo.

El micromachismo está conformado por todos aquellos gestos sexistas o machistas que, en ocasiones sin darnos cuenta y bajo falsa sutileza, arrojamos en nuestro día a día y perpetúan roles de género, machismo consumado, violencia disfrazada de piropos o atenciones… entre otros.

A continuación enumeraré algunos ejemplos de micromachismos en los cuales, muy probablemente, tanto ustedes como yo hemos caído:

El rosa es para las niñas, el azul para los niños.

¡Qué suerte! Tu marido te ayuda en casa.

El hombres es el que paga las cuentas.

Un hombre y una mujer no pueden ser amigos.

La friendzone

¿Madre o profesionista?

Niña (como insulto)

Quienes conocen a fondo sobre el tema, entienden que está mal decir que un color va con las niñas y otro con los niños. Comprenden también que con eso de que: el hombre ayuda en casa, están dando a entender que es una tarea que no le corresponde a ellos realizar; que al pagar las cuentas das por sentado un rol de inferioridad… y así con cada uno de los ejemplos.

Sin embargo, debemos entender que esto, a ojo vulgar, no es fácil de digerir.

Hemos crecido en una cultura bastante fracturada. Claro que debemos corregirla. No está en discusión lo dañinas que resultan ésta clase de acciones; sí la forma en la cual se ha pretendido erradicarlas.

La diferencia entre el micromachismo y el machismo no radica en la gravedad de cada uno de ellos (ambos son tóxicos por donde queramos verlos), sino en la forma en las cuales son llevados a cabo.

El micromachismo es, en múltiples ocasiones, fruto de la ignorancia. Y la ignorancia se cura a través de la educación.

Sé que la lucha es brava. Que lo que está en medio no es cualquier cosa y que no siempre se llega al arreglo mediante el diálogo. Pero en algunos casos sí, y estos hay que separarlos de los otros.

No podemos tratar igual al que te abre la puerta intentando parecer un caballero, que al que maltrata mujeres porque cree que su género se lo tiene permitido.

Al segundo se le mide de manera abrupta. Con cárcel y tratamiento psicológico. Al primero, sin embargo, se le explica el porqué no está bien hacer eso. 

Si aún así la conducta se repite, entonces sí requerirá un castigo más severo.

No se trata de aceptar esos vicios; sí de erradicarlos de manera adecuada. No por las personas que los ejecutan, insisto. Sino para alcanzar el fin pretendido que es erradicar toda clase de machismo.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

También te puede interesar:

Texto: Jaime Garza 
Follow @JaimeGarzaAutor

LA PLUMA DE JAIME GARZA

Comentarios

comentarios