maestro en México

Pobre de aquél sujeto que decidió ser maestro en un país como México, donde muchos se quejan de la educación pero pocos están educados.

Y los que sí están educados, rara vez se atreven a educar a los demás. 

Y si lo hacen, los tachan de arrogantes.

Los maestros en México no solo han de conformarse con recibir un sueldo miserable que va de los siete mil a los doce mil pesos mensuales, sino que también deben tener una vida personal casi perfecta.

Tienen prohibido ir a tomarse unas cervezas con sus amigos, por ejemplo.

No vaya a ser que un padre de familia los vea y los exhiba en redes sociales.

O un alumno, incluso.

Porque al parecer es más grave que un adulto se divierta en sus ratos libres al hecho de que menores de edad consuman alcohol.

Tampoco pueden publicar lo que piensan.

Porque en una de esas alguien se incomoda con dichas ideas, las saca de contexto y en un abrir y cerrar de ojos el maestro se queda sin empleo.

Porque ser maestro en México está jodido. 

Tan jodido, que han despedido a maestras por subir fotos ‘provocativas’ a su cuenta de Instagram.

Por si fuera poco, los maestros tampoco pueden quejarse al término de un día pesado en el trabajo, porque al parecer su vocación los blinda de berrinches infundados por parte de niños malcriados y faltas de respeto de adolescentes que, por estar en una edad en la cual ni ellos se entienden, se desquitan con sus profesores, que en muchos de los casos están más para ellos que sus propios padres.

Un buen maestro es aquél que corrige a sus alumnos y los lleva por el camino del bien. El problema es que el sistema penaliza dicha función y ahora los alumnos ya ni siquiera pueden reprobar.

¿El resultado?

Niños que llegan a secundaria sin conocimientos básicos como leer o escribir de forma correcta.

Ser maestro en México está jodido, porque su misión es vencer a un monstruo que todos los días alimentan en la TV y lo vuelven invencible a través de las redes sociales. Un monstruo que se llama: IGNORANCIA y que cada vez se lleva mejor con nuestros gobernantes.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

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Texto: Jaime Garza 
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LA PLUMA DE JAIME GARZA

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