1986, año clave para el Rock Argentino

El año 1986, marcó un antes y un después, no solo para el rock que se hacía en la Argentina, sino para todo el Continente Americano y en especial marcaría el rumbo para los años posteriores del rock hecho en Latinoamérica, sería un año en que habría un cambio de escala en el gusto popular y una influencia musical definitiva para todo lo que vino después.

Estamos a tres décadas del lanzamiento de discos como Signos, de Soda Stereo, Oktubre de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Llegando los monos, de Sumo y La La La, de Spinetta-Páez, veamos:

Signos

El tercer disco de Soda Stereo podría haber sido un total fracaso, pero fue todo lo contrario. Cuando entró a los estudios de grabación, Gustavo Cerati tenía apenas 2 canciones escritas. «Escribí todas las letras de un tirón. Vivíamos al palo, parecía que estábamos lejos del arte y sin embargo fue uno de nuestros discos más profundos, quizás porque no la estábamos pasando bien». La influencia sónica que habían dejado en el grupo bandas como The Cure y Joy Division, y la conexión emocional con la generación ochentera que Cerati alcanza en sus letras calaron fuerte a lo largo y ancho de América Latina. Canciones como «Persiana americana» que se transforma en el símbolo del disco, junto a «Prófugos», “Final caja negra” o «Signos», harían de este álbum el primer gran álbum del rock latinoamericano, con impacto en países como México, Chile, Venezuela o Colombia, fanatismo que permitiría a Soda Stereo ser la primera gran banda sudamericana capaz de traspasar realmente las fronteras de su país.

La la la

Tras un proyecto truncado con Charly García, Luis Alberto Spinetta decidió entrar a grabar este disco en agosto de 1986 entablando una sociedad artística memorable con Fito Páez, una que quedaría inmortalizada con este álbum doble. Era el encuentro de dos mentes brillantes del rock que pasaban por un momento creativo luminoso, y que decantó en ese manifiesto cultural de 20 canciones. Entre ellas aparecen perlas musicales como la relectura deforme y fantasmal del tango «Gricel» (Mariano Mores-Contursi), la bellísima canción del Flaco Spinetta «Todos estos años de gente», y el clásico «Instant-táneas», de Páez. La única colaboración autoral del disco fue «Hay otra canción», aunque la fuerza creativa de esas dos personalidades transformó el proyecto en un encuentro cumbre del rock de los ochenta, dando señales de que los esfuerzos colaborativos en América Latina también pueden cosechar grandes placas.

Oktubre

Marca un punto de inflexión en el trayecto de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, tras el debut dos años antes con Gulp! Es a partir de este disco y gracias a himnos como «Ji ji ji», «Motorpsico» o «Preso en mi ciudad», que la banda pasa de ser un grupo de culto a transformarse en la banda de rock de la Argentina, llenando grandes estadios. La sonoridad opresiva del disco post-dictadura está presente en el ambiente sonoro y frío del disco, que se mueve entre el postpunk y el new wave, y las frases filosas de las letras del Indio Solari.

https://www.youtube.com/watch?v=By62MYs6TZE

Llegando los monos

El segundo disco de Sumo se transformó casi instantáneamente en el «Album blanco» del rock latinoamericano, no sólo por el estadio de gracia creativa que alcanzaron Luca Prodán y compañía con esa mezcla de reggae, punk, new wave, funk y rock. Canciones como «Estallando desde el océano», «El ojo blindado», «Que me pisen» y “Los viejos vinagres», encumbra a la banda en el imaginario popular argentino. El crecimiento del grupo, a pesar de la anarquía y el caos creativo que el propio Luca alimentaba desde su impostura rockera y su vida caótica, los lleva a un pico de popularidad que confluye en su mítico concierto en Obras de ese año.

Texto: Damian Gutierrez

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