Duele el Futbol Regiomontano
Antes del silbatazo inicial del Clásico Regio 117, este ya se había manchado por los hechos de violencia que sucedieron en las calles aledañas al Estadio Universitario. El orgullo que tanto presumimos los regiomontanos como: “la mejor afición de México”, fue pisoteado por unos cuantos animales que “defienden” a vida y muerte los colores de los equipos Monterrey y Tigres. Duele ver los videos que ya circulan a nivel nacional sobre el enfrentamiento de 2 grupos de pandilleros cuyo único fin es violentar el espectáculo de futbol y que utilizan como disfraz las camisetas y colores de los equipos locales para esconder su identidad como delincuentes.
https://twitter.com/monterrey_360/status/1044019638647099394
Cada vez que sucede un acto de violencia dentro o fuera de los estadios, siempre culpamos a la prensa por “fomentar” el odio entre los equipos, no dejamos pasar de culpar también a los dirigentes por “segregar” a los aficionados y catalogarlos como personas de “alto riesgo”. ¿La familia y la sociedad no tiene culpa del incremento de violencia que se ha generado año tras año en nuestras calles y en los estadios?
Particularmente en el ambiente futbolístico, no olvidemos que jamás ha existido un castigo/sentencia ejemplar hacia aquellas personas que violentan (dentro y fuera de los estadios) el espectáculo del fútbol.
Lo que más duele, es que en afán de presumir sus marcas como “branding”, las directivas locales continúan interesadas en alimentar sus egos mercadológicos fomentando lemas como: “en la vida y en la cancha” y “un tigre nunca deja solo a otro tigre”. Estas directivas, alejadas años luz sobre las bases de los cuales estos clubes fueron fundados, no tienen ningún tipo de interés de trabajar en conjunto para atacar la violencia desde la raíz. ¿Qué costaba a ambos clubes (directivos, técnicos y jugadores) reunirse durante la semana previa al clásico a incentivar a sus seguidores a la no violencia?, ¿Es mucho pedir que ambos equipos muestren señas de respeto deportivo al fotografiarse juntos en el terreno de juego?, ¿Realmente se rompen códigos institucionales en que los jugadores de ambos equipos se intercambien camisetas al finalizar el partido y posar a una fotografía? ¿Es complicado reunir a jugadores de ambos equipos y juntos participar en un evento de beneficencia o convivió meramente social? Estos pequeños detalles pueden detonar en la sensibilización de una sociedad, en que solamente existe una rivalidad deportiva durante 90 minutos de partido y no una constante guerra entre aficiones.
Duele mucho y sobre todo asusta más, que las anécdotas, fotografías y videos en los cuales aficionados Rayados y Tigres podían convivir juntos dentro de un estadio, sean “borradas” de la historia y solamente prevalezcan aquellas de violencia entre ambos colores.
Aún creo que estamos a tiempo de cambiar.
Texto: Isaac Treviño
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