La nueva cinta de José Manuel Cravioto, Autos, mota y rocanrol, protagonizada por Emiliano Zurita y Alejandro Speitzer, rescata uno de los momentos más intensos y polémicos de la juventud mexicana: el Festival de Avándaro de 1971, considerado el “Woodstock mexicano”. A través de un falso documental con tono de comedia ligera, la película reconstruye el caos, la energía y la efervescencia que marcaron aquel encuentro multitudinario, convertido en un grito de libertad para una generación que había sido silenciada tras la represión de Tlatelolco.
Para algunos será revivir y para muchos otros, conocer el evento musical que marcó la historia musical de México, contada desde la perspectiva de los organizadores que le da una mirada fresca y divertida a esta historia. La música que marcó a toda una generación y el espíritu rebelde de los 70s.
El guion acierta en mostrar cómo Avándaro fue más que un concierto: fue una plataforma de resistencia, un punto de quiebre cultural y social donde miles de jóvenes encontraron en la música rock un espacio de identidad, catarsis y rebeldía. La presencia de bandas emblemáticas de la época simboliza la construcción de un movimiento contracultural que desafiaba a la censura y que hoy sigue resonando en la memoria colectiva.
Aunque el tono de comedia pudiera parecer ligero frente a la carga histórica del festival, la narración sorprende al atrapar al espectador y recordarle que detrás del desenfreno y la improvisación existía un trasfondo político: Avándaro significó el fin de una época marcada por el miedo y el inicio de otra donde la juventud exigió visibilidad y libertad.
La interpretación de Emiliano Zurita como Justino Compeán, premiada en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2025, es uno de los pilares de la película: fresca, intensa y convincente. Su reconocimiento como Mejor Interpretación subraya la fuerza actoral que sostiene el relato.
“Fue muy interesante porque fue algo distinto a lo que había experimentado en mi carrera: interpretar a alguien real, que estaba vivo y que me podía sentar a tomar un café con él. Justino es alguien que no pensarías que podría estar involucrado en Avándaro”, comentó Zurita.
“Justino dice que eso lo logró porque era bueno para el bisne, pero imagina que en nuestra ficción se venden 25 mil boletos y llegan muchos más. Un chavo de 30 años —edad que tenían los organizadores— diría qué padre, pero también el personaje es de ‘qué hago (porque) se están cayendo las torres, hay mucha gente, viene la militar’. Es chistoso porque es absurdo lo que pasó y como buen mexicano nos reímos de la desgracia”, agrega Zurita.
Sobre lo más divertido y lo más retador de este proyecto, Emiliano comparte: “Al ser una película independiente, que no tiene los recursos que debería tener una cinta de esta escala, los retos más grandes de nuestra profesión se vuelven lo que más disfrutas. Hacer esta película en tres semanas era un caos, porque también se usa material real del Festival de Avándaro”.
En Autos, mota y rocanrol, Emiliano comparte créditos con otro talentoso actor mexicano, Alejandro Speitzer, quien interpreta a ‘El Negro’, mejor amigo de Justino Compeán y su socio en la creación accidental de dicho festival.
Con una duración de 89 minutos y producida en México, la película narra cómo Justino y Eduardo, dos jóvenes entusiastas, intentan organizar una carrera de autos y un pequeño espectáculo musical, sin imaginar que ese “plan tranqui” terminaría convirtiéndose en el concierto de rock más grande jamás realizado en territorio mexicano.
“Autos, Mota y rocanrol, es cine independiente, un mockumentary que hicimos de forma muy personal sobre el Festival de Avándaro”, comentó Speitzer.
En la película, que llega gracias a Cinépolis Distribución, también actúan Ianis Guerrero, Ruy Senderos, Juan Pablo de Santiago, Luis Curiel, Enrique Arrizon, Alex Fernández y Fran Hevia.
La cinta fue realizada con un equipo de producción compacto pero comprometido, encabezado por el propio Cravioto junto a Mariana Franco y Javier Nuño Calderón. El guión fue coescrito por Ricardo Farías, Christian Cueva y el mismo Cravioto, y recurre a una estructura de falso documental para entrelazar realidad y ficción con un tono provocador y humorístico.
Autos, mota y rocanrol no es únicamente una recreación histórica, sino un recordatorio de la capacidad transformadora de la música y de cómo los movimientos juveniles, desde Avándaro, siguen marcando el pulso de la cultura mexicana. Una película que dialoga con el pasado para entender mejor nuestro presente.
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