El ser humano es una especie social por naturaleza, por más que nos resistamos necesitamos a otras personas para existir de una forma saludable, pero ¿Qué pasaría si alejamos a todos nuestros seres queridos cuando más los necesitemos? Este cuestionamiento es el que nos hacen en Implacable, dirigida por Hans Petter Moland y protagonizada por Liam Neeson, en donde un mafioso sufre una enfermedad cerebral terminar y decide arreglar las cosas con su familia antes de que sea muy tarde.
Después de 30 años de trabajo, un gánster se entera que está perdiendo la memoria y no le queda mucho tiempo de vida, por lo que decide enmendar las cosas con sus hijos, a quienes abandono cuando eran pequeños, mientras lidia con los efectos de su enfermedad y continua con su vida como criminal.
Debo admitir que esperaba una película de acción típica de Liam Neeson cuando estaba por verla, ya que desde Taken solo hace películas donde el hombre de acción por excelencia, y me sorprendí mucho de haberme equivocado, ya que Implacable no es la típica historia violenta a la que nos tiene acostumbrados el actor, sino que va más allá de los disparos y peleas, mostrándonos como lidia con la soledad un hombre que lo ha perdido todo, desde su familia hasta su mismo propósito en la vida.
El personaje de Neeson es alguien que creció con una figura paterna autoritaria y violenta que le hizo llevar un camino similar por toda su vida, y terminó por causar que evitara mostrarse débil ante los demás, ser siempre el tipo rudo, por lo mismo evitando informarle a nadie sobre su condición cerebral para que no pensaran que ya no es lo suficientemente fuerte como pretende ser.
Esto me lleva a reflexionar si realmente nuestros padres son tan responsables como nosotros de la forma en que crecemos y vemos el mundo, ya que al ir justificando que es una persona mala por cómo le enseñaron, el gánster de Neeson lleva una vida libre de responsabilidades, sin cuidar a su familia, sin cuidarse a sí mismo y sin importar lo moralmente cuestionable que es su trabajo, hasta el punto de estar solo y frustrado con las decisiones que ha tomado.
El concepto es muy bueno pero la ejecución está lejos de ser perfecta, ya que el ritmo lento no le ayuda para nada para hacer más ágil la historia y por momentos se siente que estamos viendo dos películas distintas que las une un hilo de trama muy delgado, sin embargo, creo que, si eres fan de películas de acción con un estilo más dramático que solo ver disparos y explosiones, y no te molesta ver a Liam Neeson con bigote, seguramente debes ver esta película a partir del 6 de febrero en tu cine más cercano.
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