El Clásico

Mitos del Deporte: El Clásico que nunca ocurrió

Corría el torneo Verano 2000 y para muchos de quienes nos tocó ver esa Liga apreciamos magia. En su momento no le dimos la atención requerida, lo vimos como algo que se salía un poquito del script y no le dimos la atención adecuada. Esta historia no gira en torno a aquel Toluca campeón, quien hizo historia apisonando al resto de los equipos de la Liga, sumando un total de 40 puntos en el torneo corto. No, esta vez quiero contarles algo distinto. De aquel partido que nunca se jugó, pero existió.

Es bien sabido que la ciudad se detiene siempre cerca de esa tan anhelada fecha en la que todavía marcamos en el calendario. El cruce entre las dos entidades sociales (que tomaron forma de equipos de fútbol) que dividen nuestra ciudad. Tigres y Rayados. Me faltarían palabras para explicar lo que simboliza este encuentro para cualquier regio. Cualquier persona quien viva o haya nacido en esta tierra tiene una playera tatuada en el alma, ese escudo de guerra que simboliza una rivalidad eterna. Los hay de todo tipo, habrá quien piense que el Clásico Regio no excede fronteras demográficas del Estado, y puede que tengan razón, pero habiéndolo vivido en carne propia puedo decirles con toda certeza que es inigualable.

Es increíble como una relación tan fuerte como la que puede ser padre e hijo se deshace durante 90 minutos y se convierten en enemigos. O quizá no a tal grado, simplemente lados con intereses opuestos. Qué lindo es el fútbol.

Febrero, año 2000. Clásico 61. Helaba, aun lo recuerdo. Ambos equipos vivían en una época en la que un buen resultado en el clásico era incluso salvaguarda de una temporada entera y 6 meses más con empleo para el DT ganador. Como hemos cambiado, que lejos hemos llegado. Aquella tarde del 26 de febrero está marcada en la memoria de muchos y en el corazón de otros. Inolvidable para ambas partes, para bien o para mal, el futbol como negocio nos deja muchas historias dignas de contar. Manchas en un historial cronológico que son merecedoras a razonamiento.

Aquella tarde del 26, Tigres se metía al Tecnológico de Monterrey a apalear con palos y piedras la puerta defendida por Omar “El Gato” Ortiz y les clavo un doloroso 6-3. Rayados tenía un plantel de miedo. Claudinho, Jesús Arellano en sus inicios, Víctor Müller y el actual DT del conjunto albiazul, Antonio Mohamed. Era de muchísimo cuidado, especialmente cuando hablamos de uno de los más grandes (muy arriba peleándose el puesto con Humberto Suazo) símbolos de la pandilla, Antonio de Nigris. Tigres no se quedaba corto en este rubro. En el banquillo, al mando de los controles tenia a Víctor Manuel  Vucetich. Aquel que convirtiera a Rayados a finales de la década en un equipo de época. Tenía a dos símbolos como guardametas peleando titularidad como lo son Jorge Campos y Robert Dante Siboldi, a José Antonio “El Tato” Noriega haciendo de las suyas en la media cancha junto con Javier Saavedra y Javier “El Pastor” Lozano. Y enfrente tenían ni más ni menos que al mayor verdugo del club de blanco y azul: Claudio Núñez acompañado de la pantera negra Osmar Donizete. Es precisamente en este personaje en quien se centra la historia.

Donizete venía de firmar una temporada de espanto con el Vasco da Gama, habiendo cascado 11 tantos en 45 partidos y ayudando al Vasco a fomentar sus cimientos para lo que vendría en el nuevo milenio. Tigres se sumo a la puja por el delantero y consiguieron el fichaje. Eran tiempos distintos. Todos sonreían. Más aun la hinchada felina después del tan abultado y (hay que decirlo) humillante resultado contra el acérrimo rival. La afición rayada, incluso la directiva y plantel volvían cabizbajos a sus hogares después del partido. Todos menos uno. El técnico en aquel entonces de la pandilla, Benito Floro, se deshacía en disculpas hacia la hinchada del Monterrey y fue en ese entonces cuando Gilberto Lozano el presidente en turno del club solicito que el partido fuese invalidado. ¿La razón? Se descubrió que Donizete, el fichaje estelar de la temporada se había sido registrado en la FEMEXFUT bajo una firma falsa y formo parte de la alineación felina de ese partido. Se convoco a una reunión solicitada a la Federación por parte de Lozano. Los dueños y directivos del balompié azteca apoyaron en su mayoría la moción.

Hay enamorados del fútbol quienes defienden a muerte que lo que sucede en la cancha se quede solamente en la cancha. Esto fue totalmente lo opuesto. Se solicito que todo partido que Tigres hubiese ganado teniendo a Donizete en la cancha fuese anulado. Y así fue. Ese clásico y dos partidos más tuvieron que volverse a disputar. Así la humillación quedo borrada, al menos de los registros oficiales. Gran sector de la afición albiazul argumentaba que aunque tuvieron un desempeño terrible en la cancha, incluso hasta vergonzoso, cuando te peleas la permanencia en la categoría te tienes que aprovechar de lo que puedas. Pelear con uñas y dientes. Y no puedo atreverme a contradecirlos.

Hoy en día suena a que este tipo de incidentes no podrían ocurrir. ¿Cómo fue que paso entonces? La puja por Donizete se resumió a dos clubes Tigres y Puebla. Enrique Fernández, el presidente de los camoteros en ese entonces aseguro en una declaración “Como pudo ser posible que ya lo hubieran registrado si todavía estamos negociando, ambas partes, fue ahí cuando nos dimos cuenta que había una firma falsa”.

Siempre se le echo la culpa a una secretaria. Tigres tuvo que escudarse en el acto ilícito y los duelos contra Atlante, Toluca y como ya mencione Rayados, tuvieron que rehacerse. El Clásico 61 (acorde a los registros oficiales) termino con un insípido 0-0. Ese empate y ese punto sumado ayudo a Rayados en la permanencia en la categoría. Uno nunca sabe que hubiese pasado sin la protesta de Lozano, sin la alineación de Donizete o sin la secretaria que se equivocó.

Texto: Poyo Contreras

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