Casino Royale

El olor a carne quemada; el humo adueñándose del entorno mientras personas corren de un lado para el otro, implorando al dios de su creencia que los dejen descansar en paz, aunque la solución sea morir.

Por alguna razón en México le sacamos la vuelta a la palabra terrorismo.

Preferimos llamar ‘crimen organizado’ a los actos cometidos por personas que lucran con el dolor ajeno.

Escorias que envenenan a la sociedad y se sienten dueños del país por hablarse a de tú con el gobierno.

Pero en este espacio no nos haremos de la vista gorda y llamaremos las cosas por su nombre.

El narcotráfico mexicano es un derivado del terrorismo, y la historia que están por escuchar lo ejemplifica perfectamente.

Es 25 de agosto, año 2011. Monterrey, Nuevo León.

Poco antes de las 4 de la tarde, en un casino ubicado al sur de la ciudad llamado: Casino Royale, hombres y mujeres juegan tranquilamente en compañía de amigos, familiares o seres queridos.

De pronto, un grupo de entre 13 y 16 sujetos entran al Casino Royale y lo incendian por completo.

¿El resultado?

Una masacre que dejaría como saldo la muerte de 52 personas.

¿Se imaginan el horror que han de haber sentido?

La impotencia de querer escapar y no poder hacerlo, porque las puertas de seguridad están selladas.

Lo peor de todo es que el incendio no se hizo con la intención de matar a alguien en particular.

Los terroristas ni siquiera conocían a esas personas que, sin deberla ni temerla, fueron condenados a morir de la peor manera.

Aquello se hizo con el fin de dejarle un mensaje al dueño del lugar.

El famoso ‘cobro de piso’, tan escuchado por aquellos años… usual aún en estos tiempos.

Lo que pasó después del Casino Royale fue lo de siempre.

Políticos y criminales se lanzaron la pelotita entre ellos, poniendo la atención en aspectos de menor relevancia, como que ya antes el casino había sido atacado y hasta clausurado.

Situación importante, sí.

Pero no tanto como el hecho de que en un estado tan poderoso como Nuevo León, existen seres tan perversos, tan faltos de escrúpulos y sin aprecio por la vida, que son capaces de matar a decenas, cientos y miles de inocentes con tal de sembrar miedo… de que sean ellos quienes sigan teniendo el control de las cosas.

Es 2023.

Han pasado más de diez años desde entonces y el gobierno no solo sigue sin poder controlar a estos terroristas, sino que indirectamente los protegen, al no permitir la ayuda de terceros para poner fin al terrorismo mexicano que cada vez afecta a más y más gente.

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Texto: Jaime Garza 
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Crimen y Café

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