Trainspotting

Trainspotting nos demostró que podemos escoger la vida

Una de las películas noventeras más vigentes hoy en día.

Corría el año de 1996 y en el mes de febrero (día 23) en el Reino Unido se estrenaba una de las películas escocesas más aclamadas por la crítica y reconocidas a nivel mundial, que posteriormente se volvería un clásico instantáneo y un reflejo apropiado del nihilismo que vivía un sector de la población a través de nuestro protagonista y que también posicionaría al director Danny Boyle (Slumdog millionaire) como uno de los grandes talentos en la pantalla grande.

Trainspotting es una historia que nos narra la vida de Mark Renton (Ewan McGregor), un joven que vive inmerso en el mundo de la heroína y del que se siente tan enganchado que es incapaz de abandonarlo pese a los múltiples riesgos que va a sufrir a lo largo de la película.

Junto con sus amigos «Sick Boy» (Joony Lee Miller), «Spud» (Ewen Bremner y «Franco» Begbie (Robert Carlyle) forma un círculo social, en el que cada uno tiene sus propios vicios y trata de ayudar a los demás a experimentar y probar una serie de sustancias de las que apenas tienen constancia. Todos ellos tienen la intención de luchar en la vida contra los terribles efectos de las drogas, pero las tentaciones son muy grandes y su fuerza de voluntad un tanto escasa.

Lo que más destaca en Trainspotting es la posición nihilista de los personajes. Sus reflexiones sobre la vida, el sexo, la violencia y las drogas, así como su lucha por desengancharse y reincorporarse a la sociedad, son retratadas con diálogos frenéticos. La idea de la vida que nos plantean es una especie de esclavitud: trabajar para pagar facturas, para tener una tele gigante, elegir una pareja, unos amigos, una profesión. Todo parece ser a base de elecciones, pero son elecciones realmente condicionadas que encajan en el molde social establecido.

Para Renton, elegir una vida y seguir el modelo social es muy complicado, es aburrido y vacío. Por ello, decide ser un adicto, así, su única preocupación es conseguir dinero para poder consumir. Trainspotting nos acerca a otra filosofía de vida, nos acerca al punto de vista del adicto. El propio Renton nos explica que su elección es muy sencilla, es por puro placer, no hay más; claro que sabe que las consecuencias de su adicción no serán buenas, claro que sabe los riesgos que corre al adentrarse en ese mundo; pero aún así, decide entrar.

La escena del baño es crucial para entender esta decisión, pues es una especie de retrato de la vida de Renton; es una escena desagradable, pero muy compleja. El baño es un reflejo de su vida, de cómo es su relación con la heroína y lo que hace alguien que sobre todo busca la felicidad a través de un escaparate como lo es el abuso de estas sustancias alucinógenas, la película tiene un gran acierto ya que pone ante nuestros ojos otra perspectiva de la vida, y nos explica el trasfondo de esta elección.

Trainspotting puede significar muchas cosas, puede ser la gran obra maestra de los años noventa o puede ser sólo una película más de adictos y su historia de desenganche, puede significar un impulso para adentrarse al agujero que es el abuso de sustancias nocivas, o puede ser una reflexión al negarnos a consumirlas, puede ser solo un grupo de jóvenes que tiran su vida a la basura por un par de horas de placer y felicidad o la voz de una generación que se identifica con esta cinta y pide a gritos que se les escuche, cualquier cosa que pueda significar nos corresponde a cada uno de nosotros el saber interpretarlo a medida en que deseemos, lo que sí podemos hacer es compartir la filosofía de esta película la cual es ESCOGER UNA VIDA.

Texto: Omar Guajardo

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