NFL con México
La emoción que fue creciendo en la Ciudad de México por la NFL durante el curso de 11 meses desapareció en menos de 24 horas. El martes 13 de noviembre, a seis días del encuentro de Rams vs Chiefs en la capital del país, la liga anunció que el partido de lunes por la noche sería movido a Los Ángeles debido a pobres condiciones en el campo del Estadio Azteca. Con esta humillación pública, los dirigentes del evento lastimaron la imagen del país, le costaron 500 millones de pesos a México y les robaron a los aficionados que planeaban asistir, la oportunidad de presenciar uno de los mejores juegos de la temporada. Suficiente se ha escrito de la magnitud del partido de Kansas contra Los Ángeles —los equipos son los líderes de sus respectivas conferencias— por lo que fácilmente podría ser un adelanto del próximo Super Bowl. El duelo de mentes ofensivas será impresionante, con el genio de Andy Reid enfrentándose al próximo gran coach de la NFL, Sean McVay. Además, Patrick Mahomes y Todd Gurley son dos de los favoritos para ganar el premio al Jugador Más Valioso de esta temporada, acompañados por Drew Brees. Se esperaba un espectáculo sensacional en la cancha del Estadio Azteca, y ahora los capitalinos tendrán que presenciar este encuentro como el resto del país: desde su televisor. Sin embargo, lo más importante del fracaso no es lo que se pierde este año, sino las repercusiones que puede tener a futuro. Si bien la NFL tiene contrato con el Estadio Azteca hasta el 2021, la afición mexicana puede irse olvidando de la posibilidad de recibir otro partido de este calibre. El programa conocido como “NFL International Series” fue lanzado en 2007 como una manera de incrementar la presencia de la liga en países extranjeros. Por años el principal objetivo fue Londres, y nuestro país se unió en el 2016 gracias a una inversión de 14 millones de dólares de parte del gobierno federal. El problema es que, por más que los esfuerzos económicos han sido considerables, la estrategia no está dando los mejores resultados. El mismo Todd Gurley expresó el año pasado que está en contra de los partidos internacionales, particularmente por la necesidad de hacer el viaje a la nueva sede. En conferencia de prensa, el corredor describió la experiencia como terrible, declarando: “Tienen que detener estas cosas. Londres, Ciudad de México, deben de parar”. El descontento no es exclusivo de Gurley. Incluso si no se han unido públicamente más jugadores a respaldar la opinión del corredor, es un hecho aceptado que estos partidos son contraproducentes para los protagonistas. Si bien los equipos que viajan tienen su descanso la semana siguiente, el cambio de horario (en el caso de Londres) y de altura (en el caso de México) afecta su preparación para el partido. Además, el equipo acreditado como local pierde la ventaja que representa estar frente a su afición, pues en realidad el partido se lleva a cabo en una situación neutral. Los partidos internacionales reciben por sí mismos mucha presión, pero las críticas son ignoradas mientras la NFL siga generando dinero por esta iniciativa. El problema es que con la decepción de este lunes, el movimiento del partido a Los Ángeles sí tiene repercusiones económicas (pagadas por México), y la reputación del país frente a la liga se vio gravemente dañada.En el partido del 2016, el experimento en México tampoco tuvo los mejores resultados, únicamente que esa ocasión fue culpa de la afición y no completamente de los organizadores. En el encuentro entre los Texans y Raiders, el entonces QB de Houston, Brock Osweiler, fue molestado con un rayo láser a la cara durante el segundo tiempo, afectando su visibilidad. El mariscal se quejó públicamente después del partido, pero el asunto no escaló a mayores problemas. Dos años después, la Ciudad de México se vuelve a quedar corta en recibir a la NFL, pero esta vez podría no salvarse de las consecuencias. El contrato para los próximos tres años sigue en pie, solamente que los partidos a recibir podrían ser de mucha menor calidad. La oportunidad de recibir a los Chiefs contra los Rams era única, como bien lo saben los aficionados londinenses. Desde el 2015, los partidos exportados a Londres han incluido equipos con un récord combinado de 173-193-2, por debajo del .500 de partidos ganados. Como ha de esperarse, partidos entre equipos mediocres terminan con resultados mediocres: solamente 5 de los 13 partidos tuvieron un marcador final con diferencia de una posesión. La misma cantidad de juegos se decidieron por 20 puntos o más, nueve equipos fallaron en anotar más de 14 puntos y en dos partidos un conjunto no anotó ni una sola vez. En resumen, los partidos internacionales no son malos sólo para los jugadores, sino que también son malos para quienes los ven. No sería ninguna sorpresa si la Ciudad de México recibe los próximos tres años partidos más cercanos en calidad a los de Londres que al del próximo lunes por la noche. El error de los encargados del Estadio Azteca, recinto que en los últimos cinco meses ha hospedado 37 eventos, fue no prever las consecuencias que esta demanda tendría sobre el campo. Ellos pueden quedarse satisfechos con los resultados de todos esos eventos, y en beneficio de sus intereses el Azteca probablemente se llenará cuando regrese la NFL del 2019 al 2021, pero el estado de las series internacionales en México quedó seriamente afectado. Ahora, toca tener paciencia para ver los partidos que la liga decida mandarnos, y esperar que no nos cambien por el China Bowl.