La época dorada del Club de Fútbol Monterrey se debió en gran medida al extraordinario portero que tenían.

Cuando el equipo jugaba mal, Jonathan Orozco volaba de poste a poste y atajaba lo inatajable. Esto le daba confianza a sus compañeros, que se encargaban de completar la tarea.

¿El resultado?

Dos títulos de Liga y un tricampeonato de Concacaf. Una paternidad avasalladora en la ciudad y la garantía de que a Rayados nunca lo podías dar por muerto.

Sin embargo, llegó Antonio Mohamed y las cosas cambiaron.

Orozco era un ídolo para los aficionados y pieza fundamental en las glorias del equipo. Su nómina, no obstante, seguía pareciéndose más a la de un joven promesa que a la de alguien ya consagrado.

El hombre se acercó a las oficinas para charlar al respecto, pero los encargados de escucharlo y arreglarlo no le hicieron caso.

Prefirieron invertir en otra clase de jugadores (incluyendo competencia extranjera en la portería), y Jonathan Orozco optó por salir de la institución al darse cuenta de que ni los directivos ni Mohamed se desvivían por él.

Orozco pasó de Rayados a Santos; Marchesín de Santos al América, y Hugo González dejó Coapa para entrenar en el Barrial con los Rayados del Monterrey.

El resto es historia…

Orozco salió campeón con Santos Laguna, Marchesín dio la vuelta olímpica con el América, mientras que Hugo González tuvo que salir del equipo para que Rayados pudiera bordarse la quinta estrella y de paso ganar la cuarta Conca.

La portería parecía volver a estar bien cuidada con Barovero, pero el hombre se fue y Antonio Mohamed volvió a apostar por Hugo González.

Un error suyo los dejó fuera en el repechaje contra Puebla, y en el reciente Guardianes 2021, ya bajo el mando de Javier Aguirre que también le dio el voto de confianza al guardameta mexicano, le regaló el derbi a Tigres.

La afición de Rayados está haciendo tendencia en Twitter el #FueraManosGuangas, mientras que los hinchas de Tigres toman a mofa el asunto y ponen también sobre la mesa el #YoConHugo.

La directiva albiazul se encuentra inmiscuida en un tremendo dilema.

Por un lado, está la posibilidad de mantenerse en su postura y ser congruentes con su director técnico, que hasta capitán hizo al muchacho.

Por el otro, sin embargo, está latente la opción de ceder ante la presión de la gente y doblar las manos, en una práctica bastante utilizada en las oficinas del Club de Fútbol Monterrey.

Y mientras esto sucede, Antonio Mohamed los observa desde lejos.

¿No creen que sería bueno ponerlo al tanto de cómo acabó su terrible apuesta?

Les dejo el tema sobre la mesa…

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

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Texto: Jaime Garza 
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