pendejo

Ser pendejo tiene sus cosas buenas.

Cuando eres niño, por ejemplo, no eres al que mandan a la tienda, porque muy seguramente confundirás el cilantro con el perejil y te darán mal el cambio sin que te des cuenta.

Y en la escuela, ni tus padres ni tus maestros te exigen nueves ni dieces.

Se conforman con que acredites las materias, y hasta te echan la mano cuando ven que ni eso vas a conseguir, porque nadie tiene ganas de seguir batallando contigo.

Durante la adolescencia, te sobran ‘amigos’, porque tener a un pendejo cerca es como tener una American Express que te saca de muchos apuros.

Sobre todo del aburrimiento, pues tus tragedias se vuelven un chiste para ellos, y, de alguna manera, te conviertes en el protagonista de la noche.

A ellos les conviene que estés ahí, porque si algo malo sucede, tendrán a quien señalar. 

Pero mientras no suceda nada, tú serás uno más en el grupo.

En el amor también te va mejor.

Esa etiqueta te da acceso a la vida de mujeres que no quieren batallar con tipos inteligentes. 

Porque es más fácil que un hombre inteligente les pinte los cuernos sin que ellas se enteren.

También aumenta la posibilidad de que las descubran a mitad de un engaño y las manden a volar.

A los pendejos, en cambio, les falta cerebro para idear planes en los que ellos salgan ganando, y lo perdonan casi todo.

Y si por ahí llegas a fallar, hay más probabilidad de que te perdonen, pues si bien el mundo está lleno de pendejos, tú eres ‘su pendejo’, y eso te pone por encima del resto.

En el trabajo no te encargan labores importantes, y cuando te equivocas, nadie se sorprende. 

Lo normal es que, siendo un pendejo, hagas las cosas mal, por eso nunca te regañan.

Tampoco te despiden, porque, recuerda, aunque el mundo está lleno de pendejos, si te vuelves ‘el pendejo’ de alguien, serás aún más irremplazable que muchos inteligentes.

Sé que hay quienes dirán que está mal dignificar el pendejismo.

¿Pero cómo no hacerlo?

Si ya un miembro distinguido de esta familia llegó hasta los Pinos.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

También te puede interesar:

Texto: Jaime Garza 
Follow @JaimeGarzaAutor

LA PLUMA DE JAIME GARZA

Comentarios

comentarios