Adrián Marcelo

‘‘Un día voy a ser el mejor comediante de México’’, expresó hace no mucho tiempo Adrián Marcelo.

Quizás él aún no se da cuenta, pero está logrando algo aún más ‘grande’.

Hablar de Adrián Marcelo es hablar de alguien que no simplemente gusta del humor negro y que basa en ello su contenido.

Esos principios rigen su vida.

Su política es lo políticamente incorrecto, y no parece arrepentirse de ello.

Quienes lo consumimos (me incluyo), no sabemos si lo suyo es honestidad o cinismo.

El tipo nunca ha querido ser ejemplo de nadie, pero como ocurre seguido con personajes del medio, termina influyendo de alguna u otra manera en los ideales y comportamientos de la gente.

En su audiencia hay un poco de todo.

No solo lo sigue aquel hombre que llega cansado de trabajar y enciende el televisor con el fin de reírse y nada más, sin necesidad de pensar.

También lo consumen sujetos de un coeficiente intelectual por arriba del promedio.

Gente que no solamente se ríe con lo que Adrián Marcelo dice o hace, sino que hasta adoptan su personalidad.

Niños, jóvenes y adultos lo defienden incluso de aquello que a él no le interesa que lo defiendan.

Aborda temas que otros generadores de contenido tienden a rehuir. Seguido se vuelve nota a nivel nacional, probablemente sin que él así lo decida.

Muchos intentan volverse tendencia.

Adrián Marcelo, de un tiempo para acá, es tendencia cada que abre la boca o lanza un tuit.

Sale de una polémica y entra en otra.

En reiteradas ocasiones, ha manifestado no sentirse cómodo con ello.

Sin embargo, parece estar condenado a esa clase de ‘fama’.

No sé si algún día Adrián Marcelo cumpla su sueño de ser el mejor comediante de México.

Pero mientras lo intenta, el tipo se ha convertido en un fenómeno social, insisto, capaz sin que él mismo se dé cuenta.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

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Texto: Jaime Garza
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