Para comprender cómo funciona la pasión que sienten los regios por sus equipos de fútbol, es necesario hacer énfasis en eso de: ‘sus equipos’.
Porque a diferencia de como ocurre en otras partes del país y del mundo, quienes nacieron o se hicieron en la Sultana del Norte, no son simples aficionados a tal o cual equipo.
No ‘le van’ a Tigres ni ‘le van’ a Rayados.
‘Son’ de Tigres o de Rayados, y eso lo explica todo.
Para bien o para mal, hay un sentido de pertenencia que no se puede ocultar.
Todas esas personas que portan con orgullo la camiseta del club, dicen ganamos cuando el equipo gana y en las malas también dicen perdemos, van más allá del deporte como tal.
Lo vuelven una extensión de sus rutinas, tradiciones, amistades y familia.
Y no necesariamente estamos hablando de aquellos que lo canalizan de la peor manera, y que luego los vemos agarrándose a golpes con otros porque Tigres le ganó a Rayados, porque Rayados le empató a Tigres de último minuto o porque simplemente uno insultó a un jugador del otro equipo.
El motivo da lo mismo.
Toda esa clase de gente, aunque utilizan el fútbol para delinquir, no representan al gremio que se pretende describir en esta pieza.
Hablamos, más bien, de esos que van cada quince días al estadio y que viajan con el equipo, haciendo esfuerzos económicos que difícilmente repiten para lograr otras cosas en su vida.
Nos referimos a todos esos regios que infaliblemente se reúnen con los amigos cada partido y que viven con pasión los noventa minutos.
Y durante ese tiempo, y es aquí donde viene lo más interesante, no existen las clases sociales y conviven ingenieros y albañiles por igual; obreros y patrones.
Todos en un mismo grupo, siguiendo una misma causa como si formaran parte de una misma familia.
Porque eso es precisamente lo que logran los regios con sus equipos de fútbol:
Un sentido de pertenencia que desemboca en una gran familia.
¿Está mal darle tanta importancia a algo tan banal como el fútbol?
Capaz y sí, pero al menos a mí me gusta esto de que, durante los partidos, los regios convivamos todos como hermanos.
Hermanos que pelean de vez en cuando, sí, pero hermanos al fin y al cabo.
Cuando todo está dicho, decir más, está de más.
