Playa, cervezas, buena comida, música y el mar Mediterráneo de testigo. ¿Cómo se podría pasar un mal rato así? El Primavera Sound Barcelona 2023 ha sido una de las mejores experiencias en festivales internacionales a las que hemos ido. Y vaya que hemos ido a unos cuantos.
La Ciudad Condal recibió en el Párc del Fórum a más de 400,000 melómanos que buscaban pasar un buen rato disfrutando de una oferta muy variada, desde el pop hasta el rock pasando por el hip hop, j-pop, kautrock, shoegaze, indie, folk, dance, house, techno, flamenco, salsa y hasta reguetón.
Es imposible ver siquiera al 30% del cartel, pero aquí les contaremos sobre los mejores actos que vimos en el Primavera Sound Barcelona 2023.
Día 1
El cabeza de cartel que más atención atrajo cuando se anunció el lineup fue Blur, sin duda por su regreso tras estar alejados varios años de los escenarios, y cumplió con una avalancha de éxitos clásicos, canciones escondidas de su discografía y un par de temas de su nuevo disco: The Ballad Of Darren.
La banda venía ofreciendo algunos shows a manera de calentamiento, pero aquí en Primavera nos regalaron la primera interpretación de ‘Country House’ en el tour y también de ‘Luminous’, canción que no tocaban en 24 años.
“Es muy, muy hermoso estar de vuelta con mis viejos amigos,” dijo Albarn a mitad del set. “Los conozco desde que estaba muy joven. Conocí a Graham [Coxon] en la escuela cuando tenía 12. Y aquí estamos todavía.”
Damon estaba sentimental, incluso hacía el final derramo una que otra lagrima, y es que la comunión entre el público y la banda fue total, y Albarn, junto con Cox, Alex James (bajo) y el baterista Dave Rowntree, brindaron una actuación estelar.
Canciones nuevas como ‘St. Charles Square’ – que abrió el set de 20 canciones – y ‘The Narcissist’ nos dieron una probadita de lo que se viene en su próximo disco.
Blur también incluyó una variedad de sus éxitos más reconocidos como ‘Coffee & TV’, ‘Girls & Boys’, ‘Tender’, ‘Song 2’ y ‘The Universal’, en donde se le puede ver a Damon, chamarra noventera incluida, genuinamente emocionado.
Antes de los gigantes del britpop, fue el momento de adentrarse al new wave más obscuro y emocional con New Order, quienes recetaron un setlist corto, dejando ganas de escuchar canciones omitidas como ‘Crystal’, ‘Atmosphere’ o ‘Transmission’.
Sonaron ‘Regret’, ‘Age of Consent’ y ‘Sub-culture’ pero no fue hasta mitad del set cuando se escucho ‘Bizarre Love Triangle’ y la gente estallo para bailar hipnotizados por las líneas de bajo que hiciera famosas Peter Hook, pero como ya tiene años que no está en la banda, Tom Chapman es el encargado.
La banda sonó compacta y la veteranía de los miembros originales Bernard Sumner, Stephen Morris y Gillian Gilbert, quienes rozan los 70 años, más el aporte de Phil Cunningham en las guitarras y sintetizadores, hizo que todo fluyera sin problemas técnicos, con excepción de Bernard, quién se quedaba sin voz derepente en algunas partes del show.
Se sintió un poco de bajón con ‘Plastic’ y ‘True Faith’ debido a la débil voz de Bernard, pero entonces cayó ‘Blue Monday’ y todo fue gritos de gozo, brincos y codazos al compañero.
Quedaron para el final ‘Temptation’ y ‘Love Will Tear Us Apart’, dos himnos, cada uno en su época, del new wave y el post-punk respectivamente.
Después de New Order, y antes de Blur, el turno en los escenarios principales (acá la gente les llama al área donde están ambos: Mordor) era para Halsey, que venía decidida, tal como explicó ella misma, a dar un show para reconciliarse con sus canciones de teen pop, y para reinventarse como rockstar estruendosa gracias a sus últimos trabajos.
La presentación de Halsey fue un tanto conflictiva, en el sentido de que recalcó que algunas personas no estaban contentas con ella encabezando el día del cartel, que había gente perpleja y molesta de ver su nombre en el póster.
Ella tomo el rol antagónico y fue combustible para una presentación poderosa y llena de coraje, algo que le sirvió para ganarse a los fans de New Order y Blur y a muchos escépticos que estaban por ahí.
Lo del Primavera Sound es algo así como “todo a la vez en todas partes” y al inició de la jornada, mientras que Ghost, Turnstile y Pusha T se empalmaban, el Boiler Room nos brindó resguardo del sol de la tarde mientras nos ofrecía el mejor techno y nos traía la cultura clubber al festival.
Día 2
La tarde caía y el turno de ver a Japanese Breakfast inyectarle ese toque indie a la velada.
Igual como ha venido siendo toda su gira, la banda inició su set con la canción ‘Paprika’ y mostró principalmente las canciones de Jubilee, su celebrado tercer disco, de 2021, que le dio un empujón al grupo.
Sigue en ascenso el proyecto de la carismática Michelle Zauner, quién se mostró con mayor confianza y dominio del escenario a como la habíamos visto en años anteriores.
Tan melódica como etérea, la música de Japanese Breakfast se sustenta sobre todo en la ligera voz de Zauner y en el trabajo de su esposo, Peter Bradley, quien se ocupa de las guitarras y los teclados.
Tocaba amarrarse los cinturones y prepararse para 90 minutos de hits espléndidos y oscuros con Depeche Mode.
Con más de 40 años de una trayectoria con subidas y bajadas, los ingleses llegaron promocionando Memento Mori, su último disco de estudio y tal como comienza el álbum así iniciaban el concierto con ‘My Cosmos Is Mine’ y ‘Wagging Tongue’, un inicio lento y espectral que se convirtió en devoción con la noventera ‘Walking in My Shoes’ del Songs of Faith and Devotion.
Con el fallecimiento de Andy Fletcher hace justo un año a causa de un desgarro repentino en la aorta, el trío dejo de serlo y se convirtió ahora en dúo. Gahan y Gore le dedicaron ‘World in My Eyes’: una canción hedonista que era la favorita del fallecido teclista fundador de la banda.
Depeche Mode sonó rotundo y potente. Con un Dave Gaham pletórico que recorría, incansable, el escenario con sus pasos de baile icónicos arengando a las masas, algo que ya lleva 4 décadas haciendo. Y Martin Gore, el principal letrista de la banda, se defendió con la maravillosa ‘Home’.
El repertorio sació a la fiel hinchada de Depeche con muchas de sus canciones más emblemáticas, del ‘Enjoy The Silence’ al ‘Personal Jesus’ pasando por ‘Never Let Me Down Again’ y la primigenia ‘Just Can’t Get Enough’.
Inmediatamente después de Depeche, Kendrick Lamar se aprestaba a tomar el escenario principal del Primavera Sound.
King Kenny dejó huella con un concierto magistral lleno de influencias del jazz, funk, soul y el hip hop vanguardista y sentó cátedra para confirmar su lugar en lo más alto del pedestal del hip hop.
El premio Pulitzer de música fue combinando canciones de sus cuatro álbumes sin hacer concesiones festivaleras y marcó, para muchos, el mejor concierto del festival.
Kendrick, con su afilado flow y las letras concienzudas, te transporta a la sociedad en la que vive, a ese dolor y sentido de supervivencia de las peligrosas calles angelinas y que a final de cuenta, son temas universales que cualquier persona en cualquier parte del mundo se puede identificar. De ahí su éxito total.
Se trata de un artista fundamental con un flow afilado y combativo que también se da tiempo de reconocer a sus colegas al versionar colaboraciones con Pusha T, The Weeknd y de su primo, Baby Keem, con quién cantó ‘Vent’ y la famosa ‘Family Ties’.
La jornada continuaba con más de 10 escenarios en activo y pasadas las 2 de la mañana, con Skrillex al timón y un Trueno rompiéndola del otro lado del festival, Bad Religion recitaba una clase de punk clásico que desató el slam en plena madrugada.
Día 3
El esperado día 3 iba a encumbrar a Rosalía como la reina total del Primavera Sound. La catalana estaba de local e iba a tener una gran convocatoria en un concierto que pareció más una celebración del éxito que ha logrado conseguir a nivel mundial.
A pesar de los problemas de sonido y de que no fue su mejor concierto, Rosalía triunfo más por su presencia y fama, que por su espectáculo. Fue uno de los grandes reclamos del festival, aunque su actuación dejó mucho que desear.
Antes, los que sí triunfaron debido a su calidad impecable fueron los de My Morning Jacket, quienes se lucieron con esos jams interminables y demostraron que cómo banda, se encuentran en el mejor momento de su carrera.
La banda de Jim James nos transportó a un mundo paralelo con su space rock, y la gente no paraba de bailar al ritmo de la ceremonia psicodélica que dibujaba la banda.
El perpetuo crecimiento que ha mostrado My Morning Jacket desde sus inicios se evidenció en las nuevas ejecuciones de canciones tan antiguas que ahora, en el presente, suenan más frescas que nunca.
Otro de los actos con los que finalizamos el tercer día del festival fue The War On Drugs.
La magnífica banda comandada por Adam Granduciel tocó 9 canciones en un espacio de 60 minutos y dejo un gran sabor de boca al recorrer todos sus álbumes de estudio.
La banda se mostró emocionada y realmente conmovida de estar en el Primavera Sound.
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