¿Qué le pasó a las Águilas de Filadelfia, el campeón de la NFL?

Después de convertirse en leyendas la tarde del 4 de febrero de este año, al vencer a los Patriotas en el mejor Super Bowl ofensivo de la historia, las Águilas de Filadelfia tenían al mundo pensando en una palabra distinguida en los deportes: dinastía.

En los medios, la plática acerca del amanecer del reinado de Filadelfia no tardó en comenzar, pensamiento compartido por el profundo Rodney McLeod, el entrenador Doug Pederson y la prensa local. Cerca de un año después, las Águilas se encuentran fuera del panorama de los playoffs, con dudas acerca de la salud de su mariscal titular y muchas preguntas por contestar que giran alrededor de un sólo enigma: ¿qué salió mal este año para el campeón defensor?

 La respuesta más sencilla es apuntar a las lesiones que han sufrido en el lado defensivo del balón. En el 2017, el equipo terminó con la quinta mejor defensa sobre valor ajustado, permitió la menor cantidad de yardas por tierra de la liga y forzó 33 intercambios de balón —mientras que en el 2018 están en camino para tener solamente 15. Para la presente temporada regresó la mayoría de los jugadores del año pasado, pero a lo largo de la campaña han sufrido bajas sensibles, particularmente en la secundaria. Ronald Darby, Rodney McLeod y Jalen Mills fueron colocados en la reserva por lesión, forzando a las Águilas a usar tres profundos suplentes que en conjunto fueron titulares en menos de la mitad de los partidos del 2017.

En cuanto a la zona frontal, el héroe del Super Bowl, Derek Barnett, también fue colocado en la reserva por un problema en el hombro, mientras que el tackle Timmy Jernigan ha participado en solamente un partido. Naturalmente, la falta de sus jugadores más importantes ha bajado a Filadelfia al lugar número 23 en DVOA, colocándose como la tercera peor defensa contra el pase de la NFL.

Sin embargo, atribuir el fracaso de este año a las lesiones no le hace justicia a la realidad que se encuentra viviendo el equipo. La ofensiva empezó el año sin Carson Wentz, por lo que el MVP del Super Bowl (su nuevo título oficial) Nick Foles empezó en las primeras dos jornadas por él, pero la única ausencia sensible además de la suya ha sido la de Jay Ajayi, quien fue reemplazado exitosamente por el trío de Josh Adams, Wendell Salmwood y Corey Clement.

El cuerpo de jugadores se ha mantenido sano, pero la ofensiva pasó de estar entre las diez mejores en DVOA al 19° lugar, bajando notablemente su cantidad de yardas producidas, irónicamente en la temporada en que las ofensivas están avanzando con más facilidad que nunca. Esto se puede explicar con una ausencia que no se encuentra sobre el campo: la de Frank Reich, quien dejó el puesto de coordinador ofensivo para ir como entrenador en jefe a Indianápolis. Doug Pederson siempre ha sido quien toma las decisiones en Filadelfia, pero el esquema fue construido con la ayuda de Reich, entrenador que ahora está gozando de éxito con los Colts. Con un roster prácticamente idéntico al del 2017, es evidente que su salida y la de John DeFilippo (ex-entrenador de QB’s) causó un impacto notable en el nivel del equipo.

Un responsable más del debacle de Filadelfia es Carson Wentz. En el 2017, el QB de North Dakota State construyó un sólido argumento para ganar el MVP, pero una lesión cerca del final del año prácticamente lo eliminó de la contienda. La ofensiva de Wentz tuvo el mejor porcentaje de pases de anotación de la liga, combinado con el tercer menor porcentaje de interceptados. Este año, el porcentaje de pases de TD ha bajado más de dos puntos, además de que  ha recibido una mayor cantidad de capturas que la campaña pasada. Para comprender más a fondo el cambio del desempeño de Wentz, es necesario desglosar su distribución del balón a lo largo del campo, pues en el 2017 el mariscal tuvo un rating promedio o mayor tirando a todas las zonas del emparrillado, siendo excelente atacando el área media:

Este año, Wentz se ha vuelto pésimo en pases largos: promedia un QB rating menor a 52 en pases de más de 20 yardas al centro y a la derecha del campo. El mariscal ha sido constante en su fortaleza de media distancia, pero en la zona corta y detrás de la línea de scrimmage también mostró regresión. No hay mejor ejemplo que el partido contra los Santos, el cual perdieron por paliza 48-7, pues Wentz tuvo cuatro pases incompletos en intentos largos por la derecha, uno por el centro y sus tres intercepciones fueron en estas zonas del campo. Ninguno de sus pases largos fue completo y la mayor cantidad de yardas que ganó por aire fue de 19, con solamente 1:57 por jugar en el partido. Carson Wentz sigue siendo un QB de calidad, que prospera en situaciones de yardaje cómodo (en especial al emplear a sus alas cerradas), pero en el 2018 su capacidad de levantar el nivel del equipo y brillar en los momentos clave ha desaparecido.

Es así como se contestan las preguntas de toda una base de aficionados que reclaman la dinastía que se les prometió. La calidad en general del equipo disminuyó, los cambios de entrenadores afectaron gravemente su desempeño y su mariscal de campo franquicia sufrió una regresión que, si bien no fue precipitosa, se hace evidente al contrastarlo con su nivel del 2017. Después de perder sus dos partidos divisionales contra Dallas, las Águilas tendrán que ver a otro equipo tomar el campeonato de la NFC Este que les perteneció el año pasado, y se perderán de la posibilidad de defender su campeonato.

Las bases para competir siguen ahí, pero Filadelfia tendrá que esperar hasta el 2019 para seguir con la construcción de una posible dinastía.   

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