Birdman

¿Cómo terminamos aquí? Es la frase con la que da inicio una de las mejores películas de la segunda década del siglo XXI y no es que sólo es una concepción de mis gustos personales, si bien el arte es subjetivo, si existen ciertos parámetros que indican que algo es de calidad suficiente para que sea reconocido como una obra en su totalidad. Y en Birdman estos parámetros son notorios y más cuando juntas a las personas correctas en el proyecto correcto. La apabullante estructura visual, estética y narrativa de la que está compuesta esta cinta avalan mí argumento.

Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia), película que está disponible en Cinépolis Klic, es la historia de Riggan Thomson (Michael Keaton) un actor de Hollywood en franca decadencia artística, quién en la década de los años noventa fue famoso por hacer tres películas de un superhéroe, pero que en algún momento se cansó del “falso” éxito y decidió tener proyectos más filosóficos (Las coincidencias no son una característica de esta película) pero que varios años después Thomson espera regresar a esos antiguos días de gloria reinventándose, escribiendo, dirigiendo  y protagonizando una adaptación teatral del cuento de Raymond Carver “What We Talk About When We Talk About Love”.

La popularidad es sólo la prima barata del prestigio.

Para poder hacer un análisis más profundo de esta cinta como lo marca y dicta el reglamento, vamos a dividirnos en tres individuos que tienen un impacto directo en la historia (quizá cuatro) y son: el director de la película Alejandro G. Iñárritu, el fotógrafo Emmanuel Lubezki y el protagonista de la trama Michael Keaton.

Si en algo llama la atención esta historia es en la manera técnica en que está contada y eso debemos agradecérselo al multiganador del premio Oscar Emmanuel Lubezki quién hace uso del plano secuencia, un recurso cinematográfico muy manoseado en la industria, pero que si se hace con la integridad narrativa correcta y ubicándola por encima de la estética, se transforma en un argumento más cooperativo para la película. Lubezki tiene la virtud de plasmar un “falso” plano secuencia en una herramienta visual que convierte al espectador en alguien más adentro del teatro y en la vida de los personajes haciéndolo con toda la naturalidad posible y eso amigos, permítanme decírselos, es algo que sólo un verdadero genio en la materia es capaz de hacer.

Hace un momento expusimos que las coincidencias no son una característica de esta película y en el caso de Michael Keaton se devela por qué, no es casualidad que la historia del personaje principal se asemeje con la del actor, ya que teniendo conocimiento de esto, y que Keaton en su momento protagonizó una de las franquicias de superhéroes más proliferas del cine, el protagonista da una de las mejores actuaciones de su carrera, tampoco es coincidencia que las actuaciones de los otros personajes sean por demás sobresalientes, destacando aún más la de Edward Norton como esté actor sumamente irritante y ególatra. Esto es una clara referencia de González Iñárritu a una de sus más grandes influencias el legendario director francés Jean-Luc Godard (Alphaville) quién también usaba esté método de escoger interpretes cuya vida fuera semejante como la de sus historias.   

Destacar también la asombrosa banda sonora compuesta por el baterista mexicano Antonio Sánchez, quien con piezas jazzísticas logra darle el ambiente adecuado y correcto a esta historia, incluso interviniendo por momentos en la misma.

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Alejandro G. Iñárritu, el cineasta mexicano, es vanagloriado por su trabajo en Birdman y con justa razón ya que consiguió plasmar una reflexión tan compleja tanto así que la historia podría dividirse en subtramas y cada una podría contarse a manera de cortometraje y seguiría siendo interesante, pero que por mérito mismo de Iñárritu, no sucede así y se complementan impecablemente con la ficción principal de la película. Si en algo ha sido criticado Iñárritu es en el hecho de que sus historia tienden a ser pretenciosas y confusas, pero en Birdman, la crítica no le queda de otra más que admirar la visión y el talento de uno de los mejores directores del cine de la época moderna.

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Texto: Omar Guajardo


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