detractores de Funes Mori
LA PLUMA DE JAIME GARZA

Se necesita ser muy malagradecido para hablar mal de Rogelio Funes Mori; ver el fútbol con la espalda para asegurar que el elemento albiazul no sirve y que su lugar está en el banquillo

¿Qué falla mucho?

Sí. Falla mucho.

¿Qué se le contrató para anotar goles?

Es verdad. Pero también es verdad que el equipo marca a raudales cuando él está dentro del terreno de juego.

La función del mellizo va más allá de empujar el balón y celebrar con la tribuna. Y aún y cuando se le midiera solo bajo esa vara, la estadística lo sitúa como uno de los máximos goleadores en la historia del fútbol regio.

No pienso ofrecer el argumento de que superó con creces las expectativas que se tenían sobre él, porque la simple mención sería una falta de respeto a su extraordinaria calidad.

El hombre rebasó ya los cien goles con el Club de Fútbol Monterrey, y entre sus anotaciones figuran pinceladas dignas de enmarcar. 

Aparece siempre en los momentos cruciales, aunque tuvo que aventarse un gol tamaño Puskás para que sus detractores aplaudieran. Y aplaudieron con culpa. Celebrando por fuera pero lamentándose por dentro, porque en una de esas prefieren que le vaya mal al Monterrey con tal de pegarle a él.

Uno puede opinar libremente si un jugador gusta o disgusta; anda bien o anda mal. Pero para asegurar que es malo en su trabajo, se necesitan argumentos sólidos que fundamenten tal acusación. Y Funes Mori aniquila esos argumentos cada que sale a la cancha.

Es cierto que no está en su mejor momento. Que de vez en cuando falla algunas claras y que eso le calienta la sangre a cualquiera. Pero también es verdad que de diez supuestas pifias que le adjudican, ocho o nueve son errores que a cualquier otro elemento le pasarían por alto, mas a él no. Porque se han tomado casi a deporte olímpico pegarle a su mejor jugador.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

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Texto: Jaime Garza 
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