Tinder

Justamente ayer salí a cenar con uno de mis mejores amigos. Charlamos un rato y entre pláticas me dijo que había visto a “tal persona” en la app de Tinder. No me sorprendí. Entonces le dije ¿Qué tiene de malo? Y él solo se sonrió y dijo: “No nada” Ahí comenzó la charla del amor en la app de citas.

Debo confesar que hace un par de años me la descargué pero por mera curiosidad. Grande fue mi impresión cuando me encontré a medio gimnasio ahí y a la otra mitad de gente que conocía. De principio fue “bromear” con ella porque realmente no la descargué con un fin de ligue. Estuve a punto de eliminarla cuando un ex novio de aquella época llamó muy molesto para decirme: “Oye Juliana, ya me dijo “fulanito de tal” que te vio en Tinder, ¿Te sientes bien?” y entonces lo único que mi mente escuchó fue un “quédate un poco más en la app, quizá algún chismoso no te alcanzó a ver aún” y entonces seguía vagando todos los días en ella. Me sentía en un mercado de hombres, podía deslizar a la derecha si consideraba atractivo al chico y eliminar definitivamente hacia la izquierda a quien no quería volver a ver más. Me pareció divertido. Era una especie de calificar hombres como estoy segura que ellos también lo hacían con mis fotos.

Cuando hice mi primer match fue algo emocionante y a la vez gracioso. Un chico guaaaaapísimo quería hablar conmigo. Me emocioné. Comenzamos a charlar un poco y conforme los días pasaron emigramos de una red social a otra, hasta que un día se llegó esa tan esperada y temida pregunta: “¿Cuándo nos vemos?”.

Es una maldita ruleta rusa en todo sentido.

1) Puedes ser secuestrada por alguien con una identidad falsa, que venda tus órganos y mueras en El Salvador en el intento de encontrar a tu ser amado.

2) Puede ser 100% opuesto a lo que ves en la foto.

3) Que su belleza pueda deslumbrarte así como en la foto.

Me arriesgué. Como siempre. Le dije “hoy” y en una hora más ya me estaba esperando en el centro comercial en el que nos citamos.

Cuando lo vi bajarse de su auto en el estacionamiento para recibirme, suspiré. Primero porque no era un asesino en serie (o eso aparentaba) y dos, porque era más guapo en persona.

Fuimos a cenar, platicamos de nosotros y luego fuimos al cine ¡tuve una cita real! Para no hacer el cuento tan largo, salí con este chico de manera oficial cerca de unos 4 meses. Conocí a toda su familia, pasamos su cumpleaños en compañía de amigos y personas muy allegadas a él, asistimos a bodas de amigos y familiares y hasta a la casa de su abuela me llevó ¡¿qué locura no!? Las cosas no funcionaron para nosotros por otros factores pero fue impresionante encontrarme a una persona que además de guapo era educado, divertido, amable y un sinfín de cualidades y eso me llevaba a pensar ¿Qué diablos hace una persona como tú buscando el amor en Tinder? Si tú puedes enamorar a quien quieras con solo sonreír. Él me respondió, “lo mismo que tú”.

Ese día descubrí que no todas las personas que están en esas citas de app son solo para tener sexo casual, que hay gente bastante decente y normal que busca alguien o hay personas como yo que me descargué sin intención de buscar algo en especial, pero terminé conectando con increíbles personas.

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Seguí solo un poco de tiempo más en esa app y volví a quedar solo con un par de sujetos más. Sujetos que aunque no conectamos “románticamente” como con el primero, si conectamos con una increíble amistad. Hoy por hoy son grandes amigos, pero amigos de verdad, de los que puedes contarles tus problemas y te escuchan y aconsejan, pero debo confesar que cuando nos preguntan: “y ustedes de donde se conocen” decimos cosas como: “ah de la escuela” jajaja, aunque claro, siempre hay de todo en la villa de “Internet” hasta tipos que se “molestan” porque no te gustaron y se sienten ofendidos que hasta te insultan. ¡what!

Ahora.

Conozco de muy muy cercana fuente a alguien que conoció a su actual esposo mediante esta app. Lo gracioso es que yo fui la que le dije en su tiempo que se la descargara. Conoció a un tipo genial, educado, serio, caballeroso, que la trata como reina. Salieron luego de pactar la cita hace un par de años y desde ese día no se despegaron. Se casaron y ahora viven felices. Ambos son jóvenes, enamorados, llenos de propósitos e ilusiones juntos. Cada que los veo me alegra el saber que yo contribuí aunque sea el 2% en que se conocieran.

Creo que el amor no tiene un lugar en especial para estar, puedes conocer a sujetos increíbles en antros, en app de citas, en la parada del autobús y a nefastos en bibliotecas o escuelas. Es cierto que quizá encuentres a tu tipo ideal en espacios que también te gusten a ti, pero eso no es regla general.

Yo cerré mi cuenta cuando conocí a alguien especial y desde hace 4 años no la he vuelto a usar, pero no descarto la posibilidad de en un futuro, si no llega el amor para mí, volverla a usar.

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Es importante mencionar que debes tener mucho cuidado con esas citas en línea. Yo he tenido mucha suerte pero vivimos en un mundo en el que no debemos confiar, y mucho menos, en personas que no conocemos. Toma tus precauciones. Si te citas con alguien, que sea en un lugar concurrido en el que puedas pedir ayuda si la necesitas, advierte a una amiga o amigo cercano dónde es que estarás, y no te desesperes, que tu alma gemela puede estar descargando Tinder por curiosidad y a punto de darte match.

Nos vemos la próxima semana.

Con amor: July
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