Cordero

Cordero, la más reciente ganadora a mejor película en el festival de Sitges se estrena en México a partir del 30 de diciembre con la responsabilidad de hacer valer la estafeta que el propio festival le ha otorgado al ser su máxima exponente, por lo menos de este año. Y después de verla en la gran pantalla, en lo personal me hace cuestionar si la historia realmente tiene los méritos suficientes para erigirse por encima de las otras historias participantes.

Por lo cual, y es necesario agregar que, aunque tengo varias diferencias con la trama planteada y la diégesis de la misma, puedo justificar su premio a la originalidad en el festival de Cannes y sus premios a la mejor actriz, premio de la revelación, así como el de mejor película en Sitges con argumentos suficientes que la parte técnica de Cordero muestra al espectador.

La película nos desplaza a una aislada granja en Islandia donde una pareja trata de sobrellevar el duelo por la muerte de su hija entregándose en cuerpo y alma a las labores del día a día: se dedican a la crianza de ganado y al labrado de sus tierras. Mientras que Ingvar se muestra algo distante, María aplica sus conocimientos de veterinaria para cuidar a las ovejas y asistirlas en los partos. Sus vidas dan un giro radical cuando una de las reses alumbra una criatura híbrida de forma inexplicable.

Es difícil catalogar ésta película bajo estrictos conceptos teóricos y no porque el resultado final de éste ejercicio cinematográfico sobrepase cualquier parámetro calificativo, sino debido a que –bajo mi perspectiva– Cordero es una película que plantea una historia muy ambigua y el resultado es un tanto extraño o por lo menos interesante. Aunque, pensándolo bien, esa puede ser justo su mayor virtud, él no posicionarse o catalogarse como una película de género, más bien utilizarlo como medio a favor del servicio de la historia.

Puede ser que el nombre del director de Cordero, Valdimar Jóhannsson no te suene muy conocido, pero si lo hará parte de su trabajo. Un cineasta islandés que ha formado parte de producciones masivas en diferentes puestos de producción sobretodo en efectos visuales. De entre sus trabajos más reconocidos nos encontramos con Rogue One: Una historia de Star Wars, La Guerra del Mañana, Oblivion, La vida secreta de Walter Mitty, Juego de Tronos y varios etcéteras más. Y hago mención de la filmografía de Jóhannsson porque es justamente en la parte técnica en dónde Cordero se mueve con más solvencia, los efectos visuales son extrañamente efectivos y sobresalientes aunque apelando a una especie de «realismo» que simplemente los vuelve sobrios y atinados. 

El guion es atípico dentro de las propuestas convencionales y genéricas que suelen invadir las salas de cine, en éste mismo ejercicio se lleva el «Show don’t tell» hasta el límite, teniendo secuencias en dónde el diálogo es prácticamente nulo, pero las acciones de los personajes son las que realmente describen los sentimientos y justifican las decisiones de los protagonistas. En ese sentido y contribuyendo a la propuesta visual de la película, la fotografía resulta ser magnífica y sutilmente bella, al no contar con diálogos excesivos, el peso de la trama recae en la imagen y la interpretación de los actores, y ambos componentes sobresalen de manera categórica. Es necesario exhibir la increíble actuación de Noomi Rapace como María, en lo que es sin duda una de las mejores actuaciones del año, seguro. Ella adopta la responsabilidad de cargar con el peso de la película, haciendo más amenos y llevaderos los largos momentos tediosos y francamente sosos tramos de la cinta.

Lo que más desfavorece a la película es justamente su historia, da la sensación de que la premisa es muy buena, pero se torna excesivamente larga conforme avanza la trama, unificando secuencias que no necesariamente hacen que se desarrollen los protagonistas incluso se vuelven algunas tan banales que se pueden confundir con partes de un documental sobre la vida de dos granjeros en Islandia, afortunadamente el guion se encarga de meternos de nuevo en la ficción, aunque no de manera puntual y si no eres una persona muy paciente o que se aburre ante la falta de acción de la trama posiblemente ésta película se te hará muy aburrida.

Éste tipo de historias suponen un reto para el espectador porque exigen que tengas que pasar por alto detalles de ritmo narrativo así como la falta de convencionalismos que ésta historia no tiene, pero eso no es necesariamente un error. 

En ese sentido es refrescante contar con propuestas que se esfuerzan por ser originales y que realmente quieran impactar al espectador con su mensaje implícito. 

Y si… lo acepto, en ocasiones es divertido sólo sentarte en la sala de cine (o de tu hogar) y dejarse sorprender por el festival de luces, explosiones y colores que las mega-producciones ofrecen, pero a decir verdad –y bajo mi humilde opinión– uno como espectador o aficionado al cine debe de intentar alejarse un poco del cine convencional, tomarse un respiro y al menos darle la oportunidad a los chispazos de originalidad que se dan a cuentagotas en una industria exacerbadamente dominada por la nostalgia, los reboots, secuelas y el impacto mediático que antepone la forma sobre el fondo. Y puede que Cordero no sea la gran bocanada que él género necesita, pero al menos si se erige como una propuesta con un necesario aire fresco, y eso como espectador se agradece.

Cordero llega a las salas de Cinépolis a partir del 30 de diciembre.

Texto: Omar Guajardo
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