LA PLUMA DE JAIME GARZA

Para darnos cuenta de lo egoístas que podemos llegar a ser y de lo incongruentes que somos como sociedad. Para sacarnos la mentira esa de que el mexicano es solidario ante la adversidad, porque así como ofrecemos una mano cuando el hermano la necesita, con la otra le afanamos la cartera, y si mañana te vi ni me acuerdo.

El problema del país no son solo los gobernantes, sino también los gobernados. Porque me enojo si me cuidas, pero también me enojo si me descuidas. Quiero que me ayudes, pero que la ayuda sea a mí manera. 

¿Qué necesito dejar de ir a fiestas para no enfermarme? 

Mejor prohíbeme ir a trabajar, pero sígueme pagando…

¿Qué se suspenden las clases presenciales?

Mejor abre las puertas de las escuelas para que mis hijos se enfermen y después yo pueda ir a reclamarte…

¿Qué limitas el aforo en ciertos lugares públicos para evitar aglomeraciones?

Mejor abre más líneas de camiones para luego quejarme de que a eso si le das solución, pero a los bares no. O limita el acceso para luego reclamarte porque no me dejas ir a trabajar.

¿Qué pones multas a quienes hacen fiestas o andan en la calle sin razón alguna?

No, no… piensa en otra cosa.

¿Cerrar lugares?

¡Que no!

¿Limitar horarios de servicio?

¡Igual la gente se va a amontonar!

¿Dejando entrar a una persona por familia?

¡Igual se las arreglarán para entrar!

¿Entonces?

¡No sé! ¡Piensa en otra cosa!

Es verdad que el ciudadano no es el único villano de la película. Probablemente los ciudadanos solo seamos el resultado de un sistema fallido que nos sitúa así de egoístas… así de desunidos. 

Capaz sea culpa de ellos que recurramos a remedios caseros y consejos esotéricos antes que a los informes de los expertos. Te acepto cualquier excusa, más en ninguna de ellas termino de comprender la falta de empatía. 

El: de algo me he de morir, siempre ha existido. Pero lo que hacemos hoy en día rebasa cualquier frontera. Porque no es un: de algo me he de morir, sino un: de algo nos vamos a morir. 

Como decidiendo a nombre de todos porque el cubrebocas te cala y no puedes dejar de ir a tomar cerveza con los amigos. Porque es una gripita y no pasa nada, y si pasa es culpa del flaco que sale en las mañaneras a nivel nacional y del hombre del bigote que nos prohibe cosas a los regios.

Entendamos que el problema no es contagiarnos, sino contagiar. Es lo más parecido a conducir un vehículo en estado de ebriedad y ofendernos si alguien nos llama irresponsables, porque:

De algo nos hemos de morir. Estoy en mi derecho de ensartarme con otra persona y quitarle la vida. ¿Qué importa si él venía manejando bien? Hay muchos que manejan bien, se les poncha una llanta, se vuelcan y mueren. ¿Qué importa si yo iba manejando borracho? Hay muchos tipos que manejan ebrios y jamás les pasa algo malo. 

¿Verdad que suena ridículo?

Pues así sonamos nosotros cada que ignoramos las medidas de contingencia.

El COVID fue lo mejor que le pudo pasar al pueblo mexicano. Para darnos cuenta de todo lo que estamos haciendo mal… de lo malas personas que podemos llegar a ser.

Nuestra cultura, sin embargo, es lo peor que le puede pasar al pueblo mexicano y a cualquier otro pueblo. Porque es una cultura basada en el día a día; arraigada a vicios y egoísmos que pasamos desapercibidos.

El virus somos nosotros, no el COVID-19.

Cuando todo está dicho, decir más, está de más.

Texto: Jaime Garza 
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